Los informes técnicos determinarán si hay que derribarla
18 jul 2020 . Actualizado a las 17:50 h.Oleiros estaba negociando la cesión de la casa Carnicero, que fue pasto de las llamas el jueves por la noche en Perillo. Así, lo reconoció el alcalde, Ángel García Seoane, que dijo que tenían la previsión de restaurarla, después de que la familia propietaria no pudiera asumir ese coste y el inmueble llevase 14 años cerrado, siendo pasto de los okupas y deteriorándose. «Isto dos okupas en edificacións abandonadas é moi grave, as leis teñen que cambiar», consideró.
García Seoane reconoció, en los micrófonos de Radio Voz, que cree que existe intencionalidad en los fuegos registrados estos días en el concello, tanto en el de la casa Carnicero, como el ocurrido también esa misma noche en la zona deportiva de la urbanización Icaria II o el de hace una semana en Dexo.
La situación de aparente fragilidad de casa Carnicero hizo este viernes que Conservación de Carreteras cortase delante del inmueble un carril para evitar riesgos en caso de un posible desplome, lo que provocó retenciones que llegaron a Palavea en dirección salida de A Coruña. A falta de cubierta, el aspecto del inmueble parecía fantasmagórico y el humo que estuvo saliendo de los rescoldos del interior movilizó en varias ocasiones al Servicio de Emerxencias Municipal para controlarlo, aunque en el interior ya no queda nada. Fue devorado por un fuego que quemó los suelos, las escaleras, las vigas y acabó derribando la cubierta.
«Cualquier otra construcción estaría en el suelo, de no tener la calidad que tiene esto, porque las temperaturas que ha tenido que soportar han sido muy altas»
El sargento jefe del parque comarcal de Bomberos de Arteixo, Alejandro García, que estuvo revisando la estructura, reconocía que se cortó el tránsito en la zona por seguridad, ya que se abrieron grietas en las paredes. Las fachadas cuentan con elementos de refuerzo, pero un dintel del interior se encuentra dañado y temen que si no aguanta caiga una de las paredes y puede arrastrar otros elementos .«Cualquier otra construcción estaría en el suelo, de no tener la calidad que tiene esto, porque las temperaturas que ha tenido que soportar han sido muy altas», apostilló, admitiendo que llegaron a complicar la aproximación de la escalera para sofocar el fuego.
Los bomberos requirieron un informe técnico sobre la seguridad de la estructura y este viernes por la mañana acudió el arquitecto municipal, que revisó desde el exterior los daños e hizo fotos. Su informe será determinante para que el inmueble se rehabilite o acabe demolido por las palas.
Vecinos dicen que alertaron del peligro y temen por otro inmueble ocupado en esa manzana
Entre la indignación y la resignación se movían los ánimos entre los vecinos del inmueble 393, el más próximo a la casa Carnicero y que fueron desalojados durante el incendio. «Se chega a ser de noite non sei que pasaría», indicó una de las residentes con olor a quemado en toda su casa. Mientras, la presidenta de la comunidad de un edificio con 31 familias se pasó la mañana llamando piso por piso para conocer los daños, la mayoría de ellos en ventanas y persianas. «Había okupas y esto estaba claro que iba a pasar, se veía venir», asegura.
Explica que de manera insistente denunció, ante el Concello y el propietario, la situación de personas entrando, pero no consiguió que alguien interviniese, ni que atendiesen sus peticiones de una boca de riego en la zona, por si era necesaria. «Estoy furiosa», reconoció y afirmó que ante el trasiego de visitantes al inmueble pedía insistentemente que se tapiasen los accesos al interior. «Si fuese de noche no lo contábamos», consideró. Todos concuerdan en que el estado del inmueble era preocupante.
Sitiados por los okupas
A la espera de que el criterio técnico decida el devenir de la casa Carnicero, varios vecinos del número 393 señalan que siguen teniendo miedo. En el otro extremo de la manzana hay otra casa okupada, la 387, que hace esquina con la rúa Xesteira. Desde la Avenida das Mariñas, el inmueble luce pintadas, uno de los cristales de la puerta roto, pero el acceso es por la parte, posterior. Una de las puertas está apartada. Suciedad, muebles rotos y ropa colgada es lo que se ve desde la entrada.
José Fernández, un vecino que lleva en la zona desde hace 45 años, asegura que allí también hay okupas, «pero non están sempre», y que ya han provocado sustos con fuego. «Estamos vendidos», indicó.
Solo un poco más adelante, está la familia que tomó, hace unas semanas, las casas 375 a 377. La propietaria los ha denunciado, también ellos a ella por sacar imágenes de las dos menores que viven en la vivienda. Es una familia que llevaba años ocupando una casa en José Baldomir, en A Coruña, y que se trasladó a Oleiros, según reconocen, para intentan forzar que les den una vivienda de protección ya que «una de las niñas sufre epilepsia». El proceso está judicializado y mientras, han contratado Internet para estar conectados.
«Me echo a llorar por los recuerdos»
Diego Rodríguez fue este viernes un par de veces a ver el estado de la casa Carnicero y reconocía que no tenía ánimos para ir más. «Me echo a llorar por los recuerdos», indicó mientras atendía su negocio, un estanco en Perillo, en donde tiene a la vista una imagen antigua del inmueble.
La casa es de su familia desde que su abuela la heredó. «Enrique Carnicero la donó, y al siguiente propietario, Manuel Vázquez Lois, lo cuidaron mis abuelos. Él consideraba a mi abuela como una hija, y heredó la vivienda, la finca y el parque de ostras», rememora sobre las transmisiones de una propiedad emblemática. Reconoce que se vendió a una inmobiliaria parte de la finca para edificar, pero fue un proyecto que no fraguó.
«Creo que fue intencionado»
Respecto al origen del fuego, lo tiene claro. «Yo creo que fue intencionado, no tenía electricidad, el cableado lo habían robado, al igual que la bañera, estaba desvalijada», dice. Asegura que «entraba continuamente gente», desde okupas a furtivos a esconder material pese a que la tapiaban. «Últimamente no se veía movimiento, por lo que fue una sorpresa lo que sucedió», apostilla. Él es el que negocia con el Concello para la cesión gratuita de la propiedad. «Aún hable hoy con Gelo, estábamos en trámites con el Ayuntamiento», dice corroborando así lo avanzado por el regidor. «Por el tema del covid se retrasó», reconoce. Su padre, que murió hace dos años, «ya la quiso entregar». «Venderla es imposible, hablé con varias promotoras, pero no había interés», reconoce, señalando como hándicap los condicionantes de una construcción protegida.
«Me acuerdo de ir desde pequeño, mis abuelos eran mayores y la casa era muy grande, era difícil su mantenimiento», explica sobre una residencia donde pasó los sábados de su infancia.