Cecilia Vecillas: «Con la epidemia del sarampión en los 80 conocí casi todas las casas de Oleiros»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

OLEIROS

Muy querida por sus pacientes, ejerció como pediatra más de tres decenios

15 jul 2024 . Actualizado a las 18:59 h.

Si hay una palabra que define a la doctora Cecilia Vecillas es dedicación. Su calidad profesional y humana ha sido elogiada de forma reiterada por los que fueron sus pacientes durante más de tres decenios en Oleiros, en el centro de salud de Perillo. «Por su defensa de la prevención de la enfermedad, por su altruismo asistencial, por su espíritu solidario y por ser una extraordinaria pediatra», el Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de A Coruña le hará entrega el próximo sábado de la Medalla de Oro y Brillantes en el paraninfo del Rectorado de la Universidad.

—¿Qué significa para usted este reconocimiento?

—Llevo ocho años jubilada y, la verdad, no me lo esperaba. Es un orgullo y estoy muy agradecida, aunque creo que no soy merecedora de él. Yo solamente cumplí con mis obligaciones. Hay muchos compañeros que son tan buenos, si es que yo lo soy, o mejores que yo en mi especialidad.

—Sus antiguos pacientes la recuerdan con mucho cariño.

—Habrá de todo. Lo que pasa es que he estado mucho tiempo en este Concello. Desde que empecé mi profesión como pediatra, solo estuve un año en Ponteareas. Después ya me vine para Oleiros. Una vez que te conocen, te cogen cariño, claro. Y sobre todo los niños.

—¿Cuál es el recuerdo más bonito que tiene de estos años?

—En Oleiros, sinceramente, he estado siempre muy contenta. La población me ha tratado con mucho cariño y confianza.

—Al igual que hizo usted con ellos. Pero no todo sería fácil.

—No, claro. Al principio, no estaba contenta con las condiciones de mi trabajo.

—¿Los medios eran escasos?

—Sí. Estuve dos años sin servicio de urgencias; la ubicación y el equipamiento no eran los mejores; y tenía mucho volumen, mucho cupo, sin otro pediatra que me pudiera descargar ese tipo de presión. A partir de 1996, cuando nos fuimos al centro de salud, todo empezó a mejorar.

—¿Y el momento más duro?

—Algún padre que te monta un cirio porque no está de acuerdo con lo que una hace. Pero la peor situación que yo viví fue en Ponteareas [donde comenzó su carrera en 1980]. Fue acompañando al hospital de Vigo a un señor que estaba borracho. Me fue insultando y me dijo que, si el diagnóstico que yo le había hecho no era cierto, me iba a cortar la cabeza a mí y a su mujer «por fiarse de mulleres». Cualquiera le decía nada. Era mi primer destino, yo era joven y me montó ese numerito.

—Afortunadamente, eran otros tiempos. ¿Cómo ha cambiado la pediatría en todos estos años?

—Desde que hice la especialidad, se ha avanzado muchísimo y se han conseguido logros importantes; sobre todo a través de las vacunas. Hay enfermedades que ya no vemos. Yo tuve una epidemia de sarampión tremenda en los ochenta. Me conocí casi todas las casas del Concello porque no querían sacar a los niños.

—¿Y además de las vacunas?

—La llegada del saneamiento ambiental. Antes, la primera causa de mortalidad infantil era la diarrea. Tratábamos muchas deshidrataciones. Un avance tremendo de la OMS fue la rehidratación oral. En algunos países de Sudamérica en los que yo he estado le llaman la salvadora.

—Usted ha desarrollado una intensa labor como voluntaria en distintos países.

—Siempre tuve la idea de irme a un país subdesarrollado. Una compañera me habló de la oenegé Solidariedade Galega, que estaba buscando pediatras y fui con ellos a la selva amazónica, a las comunidades indígenas, a Perú, a Honduras y dos veces a Nicaragua, además de a Chiapas, en México. Aunque viví situaciones muy duras, me dieron casi más a mí de lo que yo les di a ellos.

Su historia: La doctora Vecillas proviene de una familia de labradores, es la tercera de ocho hermanos y pudo realizar sus estudios mediante sucesivas becas. Licenciada en Medicina por la Universidad de Oviedo, comenzó su carrera en Ponteareas en 1980, pero un año después se trasladó a Oleiros, donde ejerció hasta su jubilación (2015).

«Con los niños me he reído mucho»

Allí donde juegan los niños, en el parque José Martí de Santa Cristina, el nombre de la doctora Cecilia Vecillas (La Bañeza, León, 1950) está grabado en señal de agradecimiento de tantas familias oleirenses por cuya salud y la de sus hijos ella se desvivió.

—¿Cómo recuerda ese homenaje del año 2016 por su jubilación?

—Fueron muchas familias con sus niños. Me hicieron un álbum con dibujos preciosos y me escribieron cosas muy bonitas. Como saben que me gusta la música, actuó el coro al que pertenezco.

—¿Usted siempre tuvo claro que quería ser pediatra?

—Sí, pero también me gustaba mucho la neurología.

—¿Qué le diría a esos estudiantes que en un futuro próximo se convertirán en pediatras?

—Que es una especialidad muy gratificante. Los niños, para mí, son los mejores pacientes. Son confiados, son cariñosos, son sinceros, son espontáneos... Me he reído mucho con ellos.

—Pero un niño, a veces, no sabe decir cuánto le duele algo.

—Si son mayorcitos, sí. Y nunca he visto que las madres y los padres fueran demasiado pesados.

—Usted tenía mucha paciencia.

—Estaba con ellos el tiempo que hiciera falta. Pero, claro, yo tenía tiempo para escucharles. Si tenía que hacer horas extraordinarias, las hacía.

—¿Los padres de ahora se preocupan más que los de antes?

—Quizá los padres de ahora son más sobreprotectores que los de antes. Eso me parece a mí.

—¿Qué habilidades debe tener un buen pediatra?

—Para ser un buen pediatra deben gustarte los niños y debes tener una buena formación hospitalaria y en atención primaria. Además, la pediatría es una especialidad muy amplia y con ella puedes mejorar mucho la salud del niño, de la familia y de la comunidad. Se hace mucha promoción de la salud y prevención con las vacunas. Y eso es muy importante.