







Mera inaugura un hotel canino de 64 plazas con cabañas, piscina y una atención específica a las peticiones de los dueños. La noche cuesta 35 euros
15 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Neronne es un pinscher de color ocre. A sus 14 años, está ciego y sordo, pero cuando le abren la puerta de su habitación sale raudo, menea el rabo como un juvenil. Es italiano, como su dueña, que ha pedido que estas noches le den de cenar queso parmesano. «Y así lo hacemos». Estamos en un exquisito hotel de perros en Mera (Oleiros), situado en el enlace a la vía Ártabra. Quien responde es Daniela Arteaga, directora del complejo que lleva abierto una semana, tiempo suficiente para comprobar la buena sensación de los primeros usuarios de este recinto que cuida todos los detalles. Canine Mera Club tiene capacidad para 64 canes, y en apenas unos días están atendiendo a 20, entre ellos, al viejo Neronne.
Este recinto tiene cualidades propias de un resort y de una escuela infantil. Basta fijarse en los detalles. Cada dueño que deja aquí su mascota a dormir dispone de una aplicación a través de la cual puede observar a su perro por la cámara de su dormitorio. Además, todos los clientes reciben a las diez de la mañana y de la noche sendos informes, con fotografías y vídeos y una explicación de cómo ha pasado las últimas horas.
«A las 7.30 horas los levantamos, les abrimos el acceso de las cabañas a su terraza individual para que hagan los primeros pises», explica la directora. La actividad es paralela en el edificio central, donde hay numerosas habitaciones. Después de repartir los desayunos, cada animal vuelve a su habitáculo para descansar y evitar problemas de salud por culpa de la ingesta.
Canine Mera Club dispone de patios diferentes para ir mezclando y rotando a los perros a lo largo de la jornada. «La arena es antibacteriana y debajo hay varias canalizaciones de agua para que no se formen charcos», explica Daniela Arteaga. Los animales también disponen de una piscina de ozono, donde están siempre vigilados.
Limpieza y desinfección
Mientras ellos juegan, los empleados limpian las habitaciones (con desinfección incluida en caso de un check-out). La jornada acaba con las cenas y el envío del segundo informe del día a los dueños. Desde recepción se pueden observar las cámaras de todas las habitaciones, donde han cambiado las rejillas de sumidero «para evitar que se enganchen con los agujeros» por tapas ocultas que luego se levantan a la hora de lavar el recinto.
Los detalles son un punto diferencial de este hotel-guardería, que ofrece, sin compromiso, tres jornadas gratuitas de adaptación para las personas interesadas. «El primer día dejamos que los dueños paseen por las instalaciones con total libertad, que las conozcan juntos. El segundo nos quedamos con el perrete dos o tres horas y les pasamos un vídeo a los dueños, y el tercero, una mañana o tarde completa», explica la directora.
Todo perro que entra (el microchip es obligatorio) ha de llegar con su cartilla del veterinario y perfectamente desparasitado. Aquí les recomiendan la vacuna de la tos de perrera, no obligatoria en Galicia. «Pero los usuarios la están poniendo», agradece la directora. Aunque aquí hay piensos de mil tipos, en este recinto de Mera prefieren que los dueños dejen la comida del animal, por la frecuencia de los rechazos a algo nuevo o diferente.
Zona de cuarentena
En el edificio central hay un pequeño patio donde nos reciben pequeñas mascotas. Las paredes y las habitaciones están decoradas con imágenes de perros. Uno de los pasillos es la zona de cuarentena. «Tenemos un veterinario de mano 24 horas, pero siempre preguntamos al cliente si prefiere, en caso de necesidad, que se contacte con el suyo», indica Arteaga. Fuera, el camino de las cabañas se iluminan «tipo resort». Son adosados de madera con opción de compuertas abiertas en caso de parejas o familias. Las cuatro últimas cabañas no disponen de terraza. «Son para perros escapistas», explica Aida Barbeito, una de las cuidadoras del centro. Los perros grandes disponen de un comedero elevado para evitarles posturas forzadas. Los detalles, todo está en los detalles.
Los patios disponen de juegos y se están completando las zonas de sombra. Aquí no se ofrece agility pero sí hay servicio de peluquería. El precio por noche de hotel es de 35 euros.
«Intentamos transmitir transparencia en todo momento, que los dueños vean y conozcan todos los rincones del hotel», explica Arteaga, quien enfatiza que, más allá de las normas, los clientes pueden hacer peticiones individuales para sus mascotas. Por eso Neronne cena parmesano y el chihuahua Pepe duerme con una ovejita de peluche.