La avenida Finisterre se lleva la palma por larga; pero O Castrillón, donde casi la mitad de la población tiene más de 65 años, aglutina las pendientes con más inclinación
12 mar 2023 . Actualizado a las 19:31 h.Pilar sube a duras penas el primer tramo de Vaamonde Lores. Apoyada en una tercera pata, cuenta que su avanzada edad y sus problemas de movilidad obligan a que su vida tenga un telón de acero. Lo narra en la calle de la Merced, que divide esa tediosa cuesta que la separa de su nuera. «Ella vive en la parte de arriba y yo en la de abajo, así que siempre viene ella a verme a mí». «Entre las cuestas que hay en este barrio y lo mayores que somos todos, siempre digo que vamos a tener que crear la plataforma del bastón», continúa relatando esta mujer. Efectivamente, en O Castrillón abunda la población envejecida —según datos del INE, más del 40 % de los residentes son mayores de 65 años—, y su trazado es un constante subir y bajar que, para infinidad de vecinos, se convierte en una auténtica carrera de obstáculos. Aunque A Coruña está lejos de competir con ciudades como Vigo, en algunas zonas las cuestas son peliagudas, y hay arterias que no pocos herculinos evitan coger, precisamente, para no llegar sin aire a su destino.
La avenida Finisterre es el primer ejemplo que se les viene a muchos a la cabeza al pensar en una arteria latosa, pesada y que cansa con solo mirarla. Sus más de dos kilómetros de longitud tienen, en varios tramos, pendientes empinadas que suponen un auténtico sopor para los viandantes. Por no mencionar que las barandillas, punto de apoyo para quien lo requiera, o los bancos para darse un pequeño respiro, brillan por su ausencia. Vías anchas de características similares pueden ser la ronda de Nelle, sobre todo en el tramo que conecta con Cuatro Caminos, y la avenida de la Concordia; con la salvedad, en este caso, de que el ascensor que se ha colocado en el Mirador de Os Castros alivia la ruta de muchos viandantes. Como indica Xosé Lois Martínez, catedrático emérito de Urbanismo, «A Coruña, se exceptuamos o arrabal mariñeiro da Pescadería e os ensanches, ten unha orografía con moitas pendentes».
Hace especial hincapié el experto en señalar cómo la aparición de nuevos barrios en la década de 1960, con la especulación inmobiliaria campando a sus anchas, modificó el plano urbano de la ciudad, creándose vida en zonas con mucha inclinación para sacarle el mayor rendimiento al suelo. Pone de ejemplo Monte Alto, y señala las perpendiculares de Ángel Rebollo o Adelaida Muro como casos que escenifican este paradigma. Y añade la Avenida de Oza a su llegada a Os Castros como enclave con esta misma casuística.
Aunque Martínez cree que resulta más incómoda una calle con poca pendiente pero larga que una corta con mucha inclinación, puede que existan excepciones. Así lo ven algunos de los vecinos de Peruleiro que a diario recorren Julia Minguillón. Tan característica es esta subida que el único bar que tiene se llama La Cuesta. El pasado año, un trágico suceso puso en el mapa esta vía, cuando un ciclista bajaba la calle y murió tras chocar con un edificio de Almirante Mourelle, la calle donde acaba Julia Minguillón.
Con pendiente similar, y algo más larga, está en Os Mallos la calle Antonio Viñes, una ruta imposible para las muchas personas mayores que viven en el barrio, y complicada para aquellos que llevan carritos de bebés. En esta zona tampoco es que exista mucha alternativa, menos aún si la idea es acabar en la zona alta de A Falperra, donde las cuestas se siguen multiplicando.
Pese a que una ciudad deseable y accesible es sin duda una ciudad llana, este arquitecto comenta que hay veces que una cuesta favorece ciertas postales. «Na Coruña, a igrexa de Santa María, na Cidade Vella, construíuse no século XII a 25 metros sobre o nivel do mar, e posiciónase na parte máis elevada do espolón. Isto provoca que as rúas que dan acceso a este templo teñan moita pendente ao longo do seu percorrido, como a rúa Damas ou a rúa da Amargura. Pero deste xeito podemos disfrutar dunha das perspectivas máis bellas do urbanismo medieval en Galicia».