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Paco cierra el restaurante Ecuador, un icono de Arteixo para la generación de la fábrica de Schweppes

VIVIR A CORUÑA

Este local, que formó parte de la «milla de oro» del polígono de Sabón, baja la verja a final de mes. Después de 37 años, este hostelero se cogerá vacaciones indefinidas por primera vez en su vida

20 may 2023 . Actualizado a las 13:16 h.

Se sabe que un local es de esos de toda la vida si de un vistazo asoma un periódico en la barra, una nevera con helados Frigo y una hilera de Bitter Kas y tónica Schweppes siempre a mano del camarero. Esto ocurre, como en tantas casas de comidas gallegas, en el restaurante Ecuador. La diferencia es que no demasiados locales han vivido en un polígono donde compañías como Schweppes y Leyma, además de surtirles de productos, les llenaban las mesas de comensales. Paco cierra las puertas de su segundo hogar el último sábado de este mes de mayo, dando por finalizado un idilio que ha durado 37 años y que ha pasado por todas las fases del amor. 

Aunque la pasión suele aparecer al principio, en el caso de Paco el compromiso se adelantó por la derecha. Compró junto a su hermano este local de 325 metros cuadrados en el año 77 y lo dejaron estar, pues emigraron a Suiza a trabajar, Paco en una fábrica de lácteos y su hermano en un taller. Regresaron a España varios años después, para escolarizar a sus hijos aquí. Y así en 1986 comenzó la leyenda de El Ecuador. 

«No nos dedicábamos a la hostelería y fue complicado, tuvimos que aprender a gestionar un local tan grande mientras nuestras mujeres hacían cursos de cocina. Pero fuimos saliendo adelante porque dábamos buen producto, platos ricos y porque en esos tiempos la gente de las fábricas de la zona no tenía comedor, como pasa ahora, así que venían a los restaurantes de los alrededores a por el menú». Efectivamente, de los más de treinta locales que llegaron a alimentar a estos trabajadores hoy quedan una decena, entre ellos referentes como el Florida, el Rozas o la parrillada Paraíso. «Los noventa fue nuestra mejor época, ahí estábamos a tope trabajando, vamos, había colas al mediodía; de hecho se llegó a llamar a esta zona 'la milla de oro'», recuerda con esa pasión que se fue fraguando a fuego a lento. De aquellos clientes quedan en la actualidad algunos fieles, a los que ha ido informando del cierre del local, previsto el para el último sábado de este mes de mayo.

Pese a llevar casi cuarenta años deambulando por este enorme local, que cerró las puertas del comedor en el 2011 a consecuencia de la crisis del del ladrillo, Paco no ha tenido vacaciones. Por lo que cuenta, tampoco es algo que haya echado especialmente de menos, pues el fin de su relación implica navegar por el controvertido terreno del aburrimiento, y no sabe qué tal lo va a gestionar. «Prefiero no pensarlo», comenta. Por lo pronto tiene tarea buscándole un nuevo amor al Ecuador. «Llevamos tres meses con el cartel de 'Se vende' y solo ha venido un interesado, así que a ver qué pasa». Ya no hay relaciones como las de antes.