
El establecimiento se popularizó con la venta de falsificaciones de firmas como Gurú, El Niño o Chanel
18 ene 2025 . Actualizado a las 09:56 h.La industria del fast fashion ha sido determinante en la forma de vestir de los jóvenes de la generación millennial. Sin embargo, durante los noventa y los primeros 2.000, quienes llevaron la voz cantante fueron una serie de marcas nacionales e internacionales, que tomaron la ciudad de A Coruña, desde la calle Barcelona, a Ramón y Cajal o la zona de Alfredo Vicenti. Tiendas donde compraban los hijos de familias con alto poder adquisitivo, pues el resto tenía como referencia al mercado de Santa Lucía, que se especializó en falsificaciones.
Rottweiler, DJ's Band, W2P o Gurú, entre otras, son algunas de esas marcas que convencieron a los adolescentes de finales del siglo pasado, gracias a una estética que maridaba los deportes urbanos, el surf y el uniforme de macrodiscoteca. Conjunto de referencias que terminarían englobadas en el concepto bakala. Muchas de ellas desaparecieron, pero hay otras como la vasca Loreak Mendian que siguen en activo pero lejos de la margarita que les hizo famosos. Un logo que tuvo su origen en el grafiti, otra disciplina urbana que responde a esa atmósfera dosmilera.
De este tiempo también es El Niño Tarifa, que consiguió aunar bajo su sudadera tanto a bakalas salidos de la rave como a pijos con la tabla de surf bajo el brazo. Esta marca sigue existiendo y cosechando éxitos, con Rosalía o la actriz Ana Rujas luciendo sus diseños vintage. Un final diferente fue el que tuvo Soft Elements, que triunfó en A Coruña desde una pequeña tienda de la calle Barcelona. Paul Frank, Pachá o DC fueron otros nombres propios de la época.
Santa Lucía, el mercado de las falsificaciones
Más allá del triunfo de cada una de las firmas y de su supervivencia o final, el mercado de Santa Lucía de A Coruña fue un agente clave en la la capilarización social de estas marcas, sobre todo, entre las clases más populares, como sucedió con la alianza entre el mercadillo y los abrigos de Desigual. Un negocio, el de las falsificaciones, que terminó bajando la persiana, pero sin repercusiones legales. Fueron varios los jueces que absolvieron a vendedores de la plaza por entender que no causaban daño alguno a las grandes compañías y que no engañaban a nadie, pues todo el mundo sabía que lo que exponían eran falsificaciones.
Una de las últimas contiendas legales se resolvió en el año 2013. La propietaria de varios puestos de Santa Lucía se sentó ante el juez para responder por un delito contra la propiedad industrial. El fiscal pedía que fuese condenada a 15 meses de prisión y que indemnizase a los grandes emporios de la moda, pero el juez la absolvió.
La sentencia recogió el interés de los propietarios por establecer «como perjuicio en unos casos el valor la prenda original y, en otros, la diferencia entre venta al mayorista y de venta al público». Sin embargo, el magistrado no lo aceptó al poner de manifiesto que «el tipo de cliente que acude a comprar este tipo de prendas conoce perfectamente que están falsificadas, y aun así las compra». Un concepto que también verbalizó la vendedora, al alegar que «su clientela no tiene para marcas».
El futuro mercado de Santa Lucía

Esta historia ya forma parte del pasado. Ahora, el mercado de Santa Lucía —tras muchos años de inacción— encara un futuro marcado por la sostenibilidad. El proyecto de reforma, firmado por el estudio de arquitectura Burgos & Garrido, mantendrá la fachada original, pero levantará una estructura eficiente energéticamente, que aprovechará la luz natural y utilizará materiales sostenibles. La previsión es que las obras comiencen a principios del 2024 y que estén terminadas en el 2025. El presupuesto ronda los seis millones de euros.
El edificio se ordenará en tres plantas: en el sótano estará el mercado de abastos, con unos 400 metros cuadrados y tres zonas diferenciadas para los puestos y las áreas de restauración; en la planta baja estará el centro cívico, con unos 600 metros cuadrados y varias salas polivalentes; y en la primera y segunda planta estará el centro de salud, con unos 1.500 metros cuadrados y 18 consultas.