
Hasta que arrancaron los años 2000, acabar la fiesta cantando «Como una ola» o «Bailar pegados» era casi obligatorio. Hoy resisten dos locales en la ciudad, que viven de aquellos que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor y de cantantes frustrados
07 ene 2024 . Actualizado a las 12:17 h.Dos hombres y un destino es probablemente el último gran éxito de karaoke que ha dejado la música española. La canción de Bustamante y Álex Casademunt, esa que todo el mundo conoce como Por el amor de esa mujer, comenzó a robarle el protagonismo a Bailar pegados, Amante bandido, La puerta de Alcalá o Amores de barra. Aquellos chavales que en los primeros 2000 tenían los oídos anestesiados por la primera generación OT fueron los últimos grandes reyes del karaoke, que en A Coruña compartían micrófono con cantantes frustrados, piripis cierrabares y grupos de treintañeras dispuestas a celebrar una despedida de soltera o lo que surja.
Como le ocurrió a otros sectores, este comenzó un declive que se agudizó con la crisis del 2008 y —una vez más— por la democratización de Internet. En la actualidad resisten el karaoke Ronda y el Lancelot, pero son muchos los que echan de menos el Sitio Distinto de Santa Cristina, ahora convertido en una lavandería autoservicio.
Precisamente, muchos cruzaban el puente de A Pasaxe al caer la noche en busca de música, diversión y desafine. Incluso el grupo de indie pop Izal reveló en una entrevista en La Voz que su andadura en la industria comenzó en este karaoke. Como esta banda, tantos coruñeses que ahora peinan canas tomaban la última copa entonando Como una ola en Sitio Distinto después de agotar el domingo en Chevalier.

Otros preferían, y prefieren, porque aún sigue vivo, el ambiente de Lancelot. Situado también en Santa Cristina, todavía acoge a quienes no entienden una noche de juerga —controlada— sin cantarse unos temas. Son cada vez menos, eso sí, y aunque este local cuenta con clientes fieles, su propietario advierte que el futuro lo ve color azul oscuro casi negro. «La forma de salir ha cambiado y aunque a veces tenemos fines de semana que estamos a reventar, muchos otros días apenas recibimos a gente», comenta Suso Torreiro. Además, es claro en cuanto a los perfiles de sus usuarios: «Ya no tenemos borrachos. Ahora viene sobre todo gente a la que le gusta cantar, o que le había gustado dedicarse a la música y que ensayan canciones de manera más profesional».
Según indica, la generación Z apenas se plantea que sus noches incluyan karaoke: «Casi todos los que vienen tiene más de treinta años, que quizás son los que buscan canciones de reguetón o la última de Shakira; pero temas clásicos de Frank Sinatra o Elvis Presley son los que nunca nos fallan», afirma.

Las nuevas tecnologías permiten que el cliente cante casi la canción que se le antoje, por desconocida o extraña que sea. Y eso de escoger artista en el libreto ha pasado a mejor vida, aunque algunos nostálgicos todavía lo reclaman para inspirarse o por vivir la experiencia completa como se hacía hace años.


El karaoke Ronda es de sobra conocido para los amantes de este formato. Entre otras cosas, porque abre todos los días del año hasta pasadas las cinco de la mañana, y esto permite a más de uno estirar esos martes de los que uno se acuerda cuando llega el miércoles. Con sus dos micrófonos y pantallas por todo el local, se monta una fiesta con cada canción que suele acabar con el Miudiño justo antes de cerrar.
Aunque ni de lejos se espera que los karaokes vivan un revival que atraiga a nuevas generaciones, lo cierto es que hay quien confía en que estos negocios puedan dar brotes verdes. El penúltimo local que lo intentó fue el Tre Parole, situado en la calle Real, que al echar el cierre hace unos meses acabó con este plan festivo. El Breogán Park, que tiene su apertura prevista para el 2025, también va a intentar captar amantes de planes que causaron furor hace años incluyendo en su oferta de ocio una bolera y un karaoke.