El holandés (errante) se hace mayor en el antiguo bar Waikiki: «Antes venían a por calimocho, ahora tenemos copas de vino»

Y.G.

VIVIR A CORUÑA

Tom, copropietario de El holandés.
Tom, copropietario de El holandés.

Tom y Jana comienzan una nueva etapa del bar que fue la sede nocturna de universitarios, los Erasmus y los de aquí

20 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El tiempo acaba con todo, también con la juventud. Un día eres un universitario que bebe hasta el agua de los floreros y al siguiente tiras de Omeprazol ante cualquier salida nocturna. Eso le ha pasado a El holandés errante, que ha vuelto a abrir pero con un nuevo concepto y sin su espíritu nómada. «El tiempo pasa, ahora tengo dos hijas», cuenta Tom, el copropietario.

Tom llegó a A Coruña hace más de 10 años. Vino porque su hermano ya estaba viviendo aquí y le habló de lo bien que se lo pasa en la ciudad y sus alrededores, como Santa Cristina. Y decidió asentarse por Jana, su mujer, su socia y la madre de sus hijos. Entre los dos comenzaron a levantar varios negocios de hostelería. Uno de los más famosos fue El holandés errante. Se convirtió en centro de peregrinación de universitarios. Sin embargo, es el bar La Marítima, en As Lagoas, el que le dio de comer durante la época de la pandemia.

El bar, ubicado en la calle Vista, bajó la persiana en 2021. «Esto ha llegado a su fin. Hemos intentado resistir todo lo posible, pero debido a la situación actual nos vemos obligados al cierre. Solo podemos decir que muchas gracias de parte de todos los que hemos formado parte de este equipo», se despidieron a través de Instagram. Una comunicación triste, pero que dejaba un resquicio de esperanza. «Esperemos que en el futuro haya un nuevo Holandés errante».

Ese momento ha llegado. El nuevo establecimiento ha abierto en el local del antiguo bar Aloha Waikiki (Estrecha de San Andrés), que también se lo llevó la pandemia del coronavirus. El concepto se olvida del calimocho y el ron, para dar paso a una carta más ambiciosa, con coctelería de autor y opciones gastronómicas en forma de pan bao.  «Antes venían a por calimocho, ahora tenemos copas de vino», dice Tom el nuevo espíritu del local.

Además, más adelante comenzarán a desarrollar su propia agenda de monólogos, música en vivo y sesiones de vermú los domingos (callos incluidos).