El comercio «low cost» en A Coruña: el tirón de un negocio que llega a clínicas veterinarias, peluquerías y gasolineras

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Petroprix abrirá una gasolinera «low cost» de autoservicio en Iñás.
Petroprix abrirá una gasolinera «low cost» de autoservicio en Iñás. Atr

Al carro del bajo coste se han subido todo tipo de sectores, y cada vez son más las grandes superficies que aterrizan en la ciudad vendiendo productos de todo tipo a 5 euros

29 may 2024 . Actualizado a las 17:33 h.

A Coruña no inventó el low cost, pero casi. Este territorio, conocido allende los mares por ser la sede del gigante de la moda Inditex, lleva varios años acogiendo todo tipo de proyectos empresariales que, bajo el ala de este término anglosajón, llegan dispuestos a arrasar en ventas. Es cierto que no es un modelo de negocio nuevo en la ciudad —quién no compró alguna vez en Cadena Cien—, pero está en su momento de eclosión. Al desembarco de cadenas como Ikea o Tedi, la enseña alemana que resiste en Espacio Coruña y vende productos de hogar, cosmética, papelería o bricolaje; se le suman negocios pequeños de toda índole que ganan adeptos gracias a sus bajísimos precios que, en principio, no tienen por qué poner en entredicho la calidad o el buen hacer del comercio.

Se aprovechan gasolineras, clínicas veterinarias, tiendas de moda, peluquerías, restaurantes o supermercados de la precarización de la vida, que obliga a pasar por alto estigmas antes asentados entre el común de los mortales. Ya habían pasado por este lavado de cara las marcas blancas, que solo en gigantes como Lidl y Mercadona ya alcanzan el 70 % de las ventas. Y ahora son otro tipo de servicios los que buscan diferenciarse intentando liderar su cuota de mercado bajando los precios

Como explica Pablo Abeal, profesor de Contabilidad y Finanzas en la Facultade de Economía de la UDC, son las empresas que tienen «una estructura de costes lo suficientemente optimizada quienes pueden permitirse competir con bajos costes». Y añade que es una tendencia al alza sobre aquellos operadores que prefieren diferenciarse de sus homólogos, por ejemplo, a través de valores añadidos.

Este experto puntualiza que los comercios low cost «no necesariamente ofrecen productos de peor calidad o con peores características; simplemente van a lo básico». Otra cosa, comenta, «es que se esté llegando a un punto en el que muchos negocios usan este término sin realmente bajar los precios: se abusa de este anglicismo porque, como otros tantos, tiene tirón, y al final pierde fuerza y se difumina su sentido». 

En el Consultorio Veterinario Low Cost llevan diez años beneficiándose de este término. Reconocen que les funciona con un target concreto de clientes, y aclaran cómo consiguen bajar las tarifas respecto a otras clínicas. Partiendo de la base de que todos los profesionales están colegiados y tienen experiencia, como en el resto de clínicas, la diferencia está en que realizaron una inversión menor al abrir porque no tienen quirófano«Damos medicina preventiva e resolvemos certas enfermidades no consultorio, se fai falta externalizamos as cirurxías». Esto les permite ofrecer servicios a precios que en otros locales serían imposibles.

Celso Novelle, delegado de Petroprix en Galicia, piensa que este tipo de negocios se encuentran en una dimensión donde los clichés no tienen cabida. Esta compañía cuenta con varias gasolineras en la comunidad, y desde hace cinco años una de ellas está en A Coruña. Según explica, «al principio los clientes tenían cierto miedo por tratarse de un tipo de negocio nuevo, desconocido. Pero con el tiempo han ido cogiendo confianza, en parte porque han entrado operadores similares en el mercado». Novelle aclara dudas respecto a cómo es posible que cambie tanto el precio que se surte de una misma marca de combustible en estaciones de servicio diferentes. «En primer lugar, todo lo que está instalado en la gasolinera es de fabricación propia, y ahí ya ahorras muchos costes. Por otro lado, nuestras estaciones son autoservicio y no tenemos servicios añadidos como tienda o cafetería; solo distribuimos combustible, que es el mismo producto homologado que ofrece cualquier gasolinera».

La estética es uno de los campos que más ha aprovechado el buen momento de la etiqueta low cost. Las peluquerías hace tiempo que se subieron al carro de una moda a la que Asun Catorla, representante de las peluqueras en A Coruña, le ve ciertas aristas. «El IVA que se nos aplica es insoportable, y el precio de los productos que usamos y los suministros no deja de subir. Los costes salen de algún lado, y un tinte normal, por ejemplo, cuesta entre 10 y 12 euros. Por eso no entiendo que se puedan anunciar ciertos servicios por 5 euros». A esto suma que, como ciertas peluquerías de bajo coste ya no responden a este estándar, en la ciudad empiezan a verse algunas que se llaman low cost premium.

Con parte del comercio de barrio ahogado por la democratización de las compras por Internet y el precio de los alquileres y de los materiales de producción, la competencia entre negocios a veces se vuelve feroz. En la Confederación de Empresarios de La Coruña (CEC) defienden «la libertad de establecimiento comercial y la normal convivencia entre la gran superficie y el establecimiento de proximidad», aunque insisten en recalcar que trabajan para «dar apoyo al comercio tradicional, que debemos potenciar porque es la base de nuestro tejido económico, contribuye a hacer ciudad y tiene vocación hacia el territorio». «El mercado dirá si estas cadenas de bajo coste tienen éxito o no, si hay espacio para todos, y si esta oferta encaja a largo plazo en los hábitos de compra de los consumidores, donde la sostenibilidad es un argumento que tiene cada vez mayor peso», finalizan.