María, Dolores, José o Antonio: ¿está tu nombre en vías de extinción en A Coruña?

VIVIR A CORUÑA

Imagen de un bebé recién nacido en Galicia
Imagen de un bebé recién nacido en Galicia JOSE PARDO

De los diez más frecuentes hace cien años ninguno está en el top de los que más se ponen en esta década. Viven un «revival» Manuela y Carmen, y nombres gallegos como Antón, Roi o Sabela cogen cada vez más fuerza en la ciudad

05 jun 2024 . Actualizado a las 08:48 h.

En 1989 Los Suaves dijeron que Dolores se llamaba Lola, pero en el 2024 Lola se llama Lola. El nombre que hace referencia al tormento que sufrió la virgen durante la crucifixión de Jesús, es uno de los que ha sufrido más cambios en los últimos cien años. Desde 1920 hasta la década de los sesenta, Dolores —o su versión María Dolores— estuvieron entre los diez nombres más elegidos para las herculinas. Con el paso del tiempo, cada vez menos mujeres se han ido llamando así, y en la actualidad hay solo 879 Dolores en la urbe. Su hipocorístico no solo ha ido ganado fuerza, sino que desde que en el 2007 la ley permitió registrar a los recién nacidos con diminutivos o apelativos coloquiales, Lola es uno de los nombres que más se escucha en los parques y escuelas, y ya se ha colado en el top diez en A Coruña.

Los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) dejan una radiografía inequívoca: nada tienen que ver los nombres que se ponían a principios del siglo XX con los que se otorgan a las últimas hornadas de bebés coruñeses. En la última década, en la ciudad han despuntado Sofía y Martín para niña y niño, respectivamente; seguidos de Noa, Olivia y Martina; y Mateo, Leo y Lucas. Estos nombres serían impensables, al menos, en la primera mitad del siglo XX. Entonces, el ramillete de opciones era limitado y, además, debía aparecer en el santoral.

No fue hasta los años 70 que empezaron a abandonarse paulatinamente los nombres que se combinaban al gusto con María y José. Así, María, Carmen y María del Carmen ocuparon  prácticamente la totalidad del pastel de antropónimos femeninos entre los años veinte y cincuenta. Lo mismo ocurría en la versión masculina con Manuel, José y José Manuel. 

Son muchos los coruñeses pertenecientes a la generación X que se llaman Mónica y David. Estos nombres irrumpieron entre los diez que más conquistaron a los progenitores herculinos en esta década; de hecho, pasaron directamente al segundo puesto. Sorprende, sobre todo, porque en la década anterior apenas había niños con estos nombres. Ocurre en este decenio también con Beatriz y Pablo; nombres ahora del todo comunes que, sin embargo, aparecieron en el panorama de la época como una bocanada de aire fresco.

Con la llegada de la democracia empezaron a incorporarse a la onomástica los nombres propios en gallego. Iria se coló entre los más demandados en la década de los ochenta, ocupando la posición número 16 de los más utilizados entonces. Fue en los noventa cuando entre los antropónimos de A Coruña entró Brais como uno de los nombres más puestos por los padres de quienes ahora están en la treintena, situándose en el puesto 18. Pese al paso del tiempo, todavía ningún nombre gallego ha entrado en el ránking de los diez más puestos.

Estos son los apellidos más frecuentes en la actualidad entre los coruñeses:

1. García

2. Rodríguez

3. Fernández

4. López

5. Martínez

6. González

7. Pérez

8. Vázquez

9. Sánchez

10. Castro

En los últimos veinte años Noa, Olivia, Sofía, Martín, Mateo y Lucas han desbancado a María, Dolores, José o Antonio. Aunque en la ciudad herculina la mayoría de mujeres se llaman María (13,7 %), este nombre no aparece ya entre los treinta más puestos de la última década. Manuel es el antropónimo que llevan el 16,6 % de los coruñeses, y aún resiste en el ránking de los últimos cuatro años; por detrás de Roi y por delante de Adrián, ocupa el puesto número 15.

La tendencia hace que con los años cada vez menos niñas se llamen como sus abuelas y bisabuelas. Sin embargo, dos nombres que pisaron fuerte a principios del siglo pasado están viviendo un revival en la ciudad: Carmen vuelve a estar entre los veinte nombres más puestos. Se había diluido a finales del siglo XX, pero ahora los padres vuelven a decantarse por esta opción para sus hijas. Pasa lo mismo con Manuela. Fue de los nombres más habituales hasta los años 50, y a partir de ahí comenzó a perder adeptos hasta que volvió a colarse entre los nombres favoritos para las niñas en la década vigente.