Por qué triunfan los apartamentos para mayores de Bergondo: «Aquí tienes garantizados los cuidados, pero también la libertad de tomarte un vino»
VIVIR A CORUÑA
En dos años, el centro sociosanitario autogestionado Larlilás ha duplicado el número de asociados. El 70 % de los usuarios son mujeres sin hijos que buscan combatir la soledad no deseada
26 ene 2025 . Actualizado a las 11:26 h.Hay tres factores que ponen negro sobre blanco el triunfo de nuevos modelos residenciales como el cohousing o las viviendas colaborativas. Por un lado, la pirámide poblacional se ha invertido, tanto que en A Coruña uno de cada cuatro vecinos tienen más de 65 años. A esto hay que sumarle el problema endémico en el que se ha convertido la soledad no deseada, que ya afecta al 20 % de los ciudadanos; pero también el aumento de hogares unipersonales, que en el tramo final de la vida deja a algunos abocados al abismo de la ausencia de cuidados, porque ¿quién cuidará a los cuidadores?
Los baby boomers, esa generación de sexagenarios que pone o ha puesto todas sus atenciones en unos progenitores que estiran los años de forma dependiente, se enfrenta al dilema de hacer pasar por lo mismo a sus hijos, en caso de tenerlos, o a un panorama aún más negro en el que nadie vela por su bienestar. Así, cada vez más gente se interesa por alternativas, al margen de las clásicas residencias para mayores, que garantizan los cuidados sin renunciar a esa autonomía necesaria mientras el cuerpo aguante.
En Bergondo muchos han encontrado la solución a sus problemas. Este concello del cinturón metropolitano de A Coruña acogerá tarde o temprano —hay un terreno apalabrado, pero la iniciativa, de facto, todavía no se ha podido poner en marcha— el alojamiento colaborativo de Xubilar. Se trata de un proyecto de la asociación sin ánimo de lucro Larlilás, que en dos años ha duplicado el número de integrantes, pasando de 60 a 126 usuarios.
Este centro sociosanitario autogestionado lo puso en marcha Nieves Rodríguez, catedrática de la UDC y premio nacional de Informática, para «promover la actividad física y mental» como solución al problema del envejecimiento en soledad. En este caso no se trata de un cohousing, indica su precursora, puesto que no se rige por la ley de vivienda: no hay propietarios. Se parece más a una residencia de mayores, pero garantizando una red afectiva y la libertad de cada uno de los residentes.
De los asociados, la mitad entrará a vivir en apartamentos en pareja y, la otra mitad, lo hará de manera individual. El 70 % de los usuarios son mujeres que, como en el caso de Olga Sánchez, no han tenido descendencia. Esta mujer de 67 años apostó por esta forma de vida cuando su amiga Carmen le comentó el proyecto. «En mi entorno llevábamos un tiempo comentando que sería una buena idea retirarnos juntas porque en mi generación muchas estamos solteras y sin hijos, y siempre nos preguntamos quién nos va a cuidar cuando seamos viejas».
Acudió a una reunión informativa y la idea le convenció casi al instante. «Me interesó porque tienes tu espacio privado, con tu cocina, baño, salón... y además servicios comunes para cuando ya no puedas estar sola y necesites cuidados las 24 horas». Como explica Sánchez, en este centro no faltarán «profesionales que se encarguen, por ejemplo, de que quien lo requiera tome la medicación o incluso que te acompañen a comprar ropa».
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La gente que espera a que la construcción esté terminada tiene entre 50 y 83 años, y por eso es fundamental adaptar Larlilás a las diferentes necesidades de los usuarios. «Se pueden recibir visitas, salir y entrar cuando te dé la gana o irte de vacaciones. Tienes la libertad de tomarte un vino o unas copas con tus amigos, y no estás sometidos a horarios. Luego, cuando eres mayor tienes garantizado el apoyo, la compañía y los cuidados». Todo esto es fundamental, por ejemplo, para el colectivo LGTBI+. «Este es un entorno seguro para ellos, porque tenemos un ideario muy claro», explica Sánchez.
La construcción se financia gracias a los socios-promotores. «Cada año pagamos una cantidad determinada, y aparte un préstamo. Con ese dinero se inicia la compra del terreno y el resto de gastos del centro y, con todo, además sale más económico que una residencia», explica esta futura residente que, indica, ya conoce a parte de los usuarios de Larlilás gracias a que la asociación realiza actividades para que empiecen a generarse vínculos sociales. Toda la información está recogida en la web del proyecto: www.larlilas.gal.