
Una formación femenina mantiene viva esta tradición universitaria en la ciudad
21 may 2025 . Actualizado a las 17:36 h.Desde que comenzaron las noches de tuna en 1993 las cosas han cambiado radicalmente. Cuando la ingenuidad de Crono —el mote de Delia, cada una tiene el suyo— la animó a montar una tuna mixta con un amigo, le dijeron que ni hablar del peluquín: que eso era una rondalla. Se dio cuenta entonces de que si quería cantar Clavelitos con capa y beca, debía animar a otras mujeres a iniciarse en el arte de trovar. A la dificultad natural de inmiscuirse en un terreno eminentemente masculino había que sumarle, precisamente, que la presencia femenina en su facultad, la de Informática de la UDC, era exigua. De hecho, incluso hoy en día arrastra brecha de género. Pero la idea tuvo un final feliz.
La Voz se reúne con parte de la Cuarentuna Femenina Gallaecia en el bar Momos de la Ciudad Vieja. Están las veteranas y un par de novatas que, pese a llevar poco en la agrupación, ya peinan alguna cana. No es exactamente la estampa que una espera encontrarse cuando tiene previsto quedar con la tuna, pero conciliar es lo primero y alguna hasta se ha llevado a su retoño al encuentro.
«Han pasado más de treinta años desde que empezamos a ser tunas y claro, es diferente. Nos hemos casado, hemos tenido hijos y también nos hemos separado e incluso echado amantes [risas], pero también hay cuestiones que se han mantenido a lo largo del tiempo: las ganas que tenemos de pasarlo bien y mantener la tradición están ahí; y bueno, que algunas tunas siguen siendo una institución muy arcaica y reacia a que las mujeres participemos, prefieren que sigan solo con hombres», cuenta Gruñón —mote de Elena—. Aunque, como indican, «afortunadamente, la mayoría han cambiado; y al igual que la sociedad, las tunas femeninas y masculinas conviven en perfecta armonía».
Tampoco se ha alterado notablemente el repertorio de canciones. Cielito Lindo y la Tuna Compostelana son fenómenos a la altura de la Macarena. Con todo, incorporan otro tipo de temas cuando actúan en cumpleaños y, sobre todo, jubilaciones, donde más tirón tiene esta tuna. Pero al final un clásico es un clásico «y lo principal es que la gente lo pase bien», comentan entre felices y resignadas.

Indican que el hecho de ser mujeres les ha beneficiado en más de una ocasión porque «llama mucho la atención y eso hace que tengamos más tirón», pero también les ha perjudicado: «Sobre todo con algunos tunos, son los más estrictos. Pasa un poco como en la Iglesia, que ni se plantea que entren mujeres. Pues esto es similar, pero seguiremos al pie del cañón si nos llaman. Aunque no seamos unas jovencitas».
Sin visos de relevo: la generación TikTok no sabe qué es la tuna
«Lo que está en auge ahora son las cuarentunas. Somos casi los únicos que seguimos al pie del cañón». Chuwoman —mote de Leonor— cuenta que no solo no hay relevo generacional para la tuna en A Coruña, sino que la generación Z directamente ni sabe lo que es tal institución. «Yo tengo hijos universitarios y ellos la conocen porque me ven a mí, pero a sus amigos se lo tienen que explicar. Y también nos pasa frecuentemente cuando vamos vestidas de tuna, que a los que más sorprendemos es a los jóvenes».
Ocurrió el viernes cuando se lanzaron a dedicarle una canción al fotógrafo que las retrató para este artículo. En plena plaza de Santo Domingo, y aun con la lluvia azuzando, varios grupos de adolescentes elevaron sus móviles para captar el momento en que estas mujeres se dedicaron a hacer lo que más les gusta: repartir entretenimiento.
Sobre si ansían o no que alguna veinteañera se animara a seguirles el ritmo, explican que si llegan chicas interesadas en entrar en la tuna estarán encantadas de abrir la formación, «pero tampoco lo buscamos porque, en cierto modo, hay que formarlas y no tenemos mucho tiempo».
Atípicas, reconocen que lo mejor que tiene su formación es que impera la democracia. «No nos sentimos del todo identificadas con los valores tradicionales de la tuna. Ni somos tan rígidas con los trajes ni con la jerarquía. En esta entrevista, por ejemplo, solo estaría hablando contigo el presidente de la tuna. Pero no sé en qué reglamento se dice que debe ser así, nosotras no lo conocemos», reflexiona Chuwoman.