El autor trabajó con Le Corbusier y, por encargo del Gobierno francés, acaba ?de terminar el templo de San Pedro en Firminy, diseñado por su maestro
29 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.Ourense es, desde el pasado jueves, pionera en la celebración de un congreso internacional de arquitectura religiosa contemporánea. Entre las grandes figuras del momento que pasan por la ciudad destaca el arquitecto francés José Oubrerie, que tiene a gala haber levantado todo el increíble edificio de la iglesia de San Pedro de Firminy, cerca de Lyon, cuyos planos son de su maestro Le Corbusier, quien no los pudo materializar en el terreno debido a su fallecimiento. Oubrerie, que ejerce su labor docente en la Universidad norteamericana de Ohio, es uno de los pocos discípulos de Le Corbusier y ayer contó en Ourense su experiencia. Los croquis que hizo ayer para explicar los tres edificios religiosos de Le Corbusier -Ronchamp, La Touret y Firminy- pasaron a formar parte del archivo del Colegio de Arquitectos de Galicia, previa firma de su autor.
-¿Qué recuerdos tiene de sus inicios en el taller de su maestro?
-Son muchos, pero sobre todo recuerdo que yo sentía que no sabía nada. Era un arquitecto recién salido de la escuela, todavía no era un profesional completo. Había que trabajar duro y aquello me resultaba impresionante. La primera vez era muy difícil para mí. Le Corbusier era muy exigente, había que esforzarse mucho.
-¿Qué lección ha sacado tras haber despertado a la arquitectura con su maestro?
-Él fue para mí como un profesor. Al acabar su iglesia en Firminy, ya puedo decir que he finalizado mis estudios de arquitectura.
-¿Hubo muchos cambios respecto al proyecto original?
-Le Corbusier fue el creador del proyecto, y nosotros lo desarrollamos como lo vimos. Hay que decir que era un diseño en la nevera; de vez en cuando vas cambiando en algunos detalles, viéndolo con ojos frescos. Su creador no pudo iniciar la obra porque murió. Con Le Corbusier el plan inicial se fue reduciendo por razones económicas, pero el efecto de la luz no sufrió cambios.
-El tratamiento lumínico es magistral también en este edificio.
-La luz es muy importante. Le Corbusier acababa de viajar por Turquía, donde quedó fascinado con la cúpula de Santa Sofía y sus vanos que la circundan, haciéndola casi gravitar sobre aquel anillo de luz a semejante altura. Él murió en 1965 y en 1970 fui llamado a trabajar por la Fundación Le Corbusier. Al alcalde de Firminy no le gustaba el proyecto y quería poner allí un estadio a tres metros de la entrada de la iglesia. Gracias que el ministro de Cultura protegió la obra y la declaró monumento histórico.
-Este cono divino o montaña hueca de hormigón parece esconder un tributo al sol y un templo católico.
-Es un proyecto concebido en los años cincuenta. Le Corbusier trabajaba olfateando el terreno donde iba a construir. Yo iba cada mañana temprano a la misa a Notre Dame, de París, para seguir y entender la liturgia, ver cómo funciona la iglesia. Así trabajábamos.
-Vaya sorpresa que lo involucraran en la construcción.
-No podía creerlo. Mi problema era que, habiéndose declarado aquel espacio como monumento, no tenía derecho a tocarlo. Lo estudiamos todo, cómo preparar el terreno para soportar el peso del edificio y hubo instantes de duda. Alguna vez hasta el último momento no sabía qué hacer.