Doble álbum para el olvido

CULTURA

El nuevo disco de Amaral mezcla ecos de grupos como The Byrds o U2 con textos más pobres

30 may 2008 . Actualizado a las 11:36 h.

Uno de los efectos secundarios de Operación Triunfo fue la instauración de ese concepto llamado música de calidad. Se supone que, a diferencia de Bisbal y compañía, existía en el panorama patrio un elenco de artistas de garantía ante la pachanga de los triunfitos. Esta miope visión de la jugada jamás quiso mirar más allá del mundo de la radiofórmula, relegando al ostracismo al mejor pop del momento (recordemos, por ejemplo, a Chucho, Nacho Vegas o Nosoträsh, allá por el 2002) en favor de bandas muy menores. A la cabeza figuraban Amaral. Entonces nos explicaban que sí, escuchaban el Marquee Moon de Televisión. A efectos prácticos, sin embargo, apenas llegaban a ser una torpe versión de Natalia Imbruglia. Ahora, con su quinto álbum, Gato Negro, Dragon Rojo, el dúo observa al mundo desde lo más alto de la lista de ventas y demuestra que siguen navegando en la mediocridad más absoluta. Tiran sin gracia de las guitarras de The Byrds por aquí (Gato negro), apuntan épicos al cruce entre U2 y Coldplay por allá (Kamikaze) y se enredan con frecuencia en la complacencia del medio tiempo AOR (Rock and Roll). Pero, más allá de esa asepsia formal, lo duro de verdad llega con los vuelos poéticos de Eva Amaral y su portentoso chorro de voz. Escuchar, así tan alto, cosas como «Ya no tengo solución, sé que no tengo remedio, rock and roll para ser libre como el viento» sonroja. El que te pretendan convencer de que aquí radica el equivalente a lo que un día supusieron Radio Futura o Nacha Pop (es decir, la ecuación perfecta de ventas y calidad) ya es como para preguntarse si no será todo una broma.