Aunque el cine es la continuación de la literatura, el Hay Festival presta más atención a los escritores que a los contadores de historias de otro carácter. Pero el cine tiene su sitio en el festival, que, como una franquicia, está exportando sus maneras a otras partes del mundo, entre ellas Segovia. Ayer, Bruno Granz explicó su filmografía entre el ángel y el demonio.
El artista suizo, que es actor de culto con historias como El cielo sobre Berlín o La ciudad blanca, no puede escaparse de su interpretación de los últimos días de Hitler en El hundimiento. Este papel asumió una parte del protagonismo de la intervención del actor y de las preguntas que la entrevistadora le dirigió. Granz, que tiene como lengua materna el alemán, aseguró que había pasado tres meses leyendo libros sobre el dictador nazi y que había escuchado una cinta de sus últimos tiempos grabada en Finlandia en la «decía unas cosas tremendamente ingenuas». Granz aseguró que no odia a este personaje, «aunque tampoco diría que es el preferido de mi carrera». Como preferido se decantó sonriente por el ángel que le proporcionó Win Wenders, «más suave, más tierno».
Hubo más gente de cine. Dos nombres distantes que demuestran la heterodoxia del Hay: el director británico James Ivory, que llegó al festival para explicar las intenciones de sus películas, y la actriz Kathleen Turner, que hablando de su cine aprovechó para promocionar sus memorias recién publicadas en Gran Bretaña. Para completar la relación entre cine y literatura, teatro en este caso, Terry Jones, uno de los terribles de Monty Python, explicará si Ricardo II era un tirano u otra cosa. La relación entre un monarca shakesperiano y el uso de la fuerza para aplicar su política es casi obvia, pero la perspectiva de la sátira de Jones puede encontrar nuevas explicaciones.