Me cuenta mi editora que en la sección de moda de esta semana se habla de las falsificaciones de marcas caras. Esto de que se aclare que las marcas son caras está bien, porque falsificar una marca cutre sería de gilipollas, que te costase más a ti hacer la copia que lo que cuesta la original en el mercado. Pero vamos al tema, de entrada, una sección de moda sobre ropa falsa suena raro, le pega más salir en sucesos, o donde sea que se cuentan los delitos de falsificación en el periódico. Aun así, yo me fío de mis compis e imagino que tendrá su razón de ser este reportaje.
El caso es que, como yo no lo he visto, pues me planteo diferentes enfoques para tratar el tema. De buenas a primeras parece que las falsificaciones no aportan nada positivo al mundo de la moda, es más, aportan todavía menos que mi posado para estas páginas de hace un par de semanas. Que a todo esto, vale que no soy Jon Kortajarena, pero al menos podían haberme regalado el jersey con el que salía? ¡Que falta de gratitud con el esfuerzo de las personas! ¡Que me pasé una tarde entera haciéndome fotos! Porque los de mi talle es lo que tenemos, que no salimos bien a la primera? En fin, a lo que iba, lo interesante de hablar de falsificaciones en una sección de moda de un periódico o de una revista sería que, con el tiempo, la ropa falsa tuviese su propia prensa especializada y pudiésemos adquirir en los quioscos, por menos de la mitad de su precio, el Bogue, la Kosmopolitan o la Helle. Esto completaría el círculo y se generaría un universo comercial paralelo de productos falsificados y estas revistas nos informarían de en qué mercadillos encontrar las mejores imitaciones de los bolsos de Louis Vuitton, y en cada entrega encontraríamos un dosier con la ortografía correcta de todas las marcas, para no quedar como un ignorante yendo por la calle con un abrigo de Txanel. Porque que la marca esté bien escrita en la copia es fundamental, llevar una falsificación con el nombre de la marca diferente al original es absurdo, es como copiar en un examen de historia y variar levemente la fecha de los acontecimientos para que no se note que has copiado. O como hacer una copia exacta de la Mona Lisa y firmarla con tu nombre, vale que te sientas orgulloso, pero si quieres encasquetársela a alguien es mejor que firmes como Da Vinci. Por otro lado, esta prensa también nos aclararía otras cosas, como por qué se nota un montón que casi todas las camisetas y cinturones de Dolce & Gabbana que lleva la gente son falsos. Y sobre todo, lo más importante, nos enseñaría a lucir falsificaciones con coherencia. Me explico, uno puede tener un Ford Fiesta de hace veinte años y bajarse de él en público llevando un polo de Lacoste falso, que aunque el cocodrilo sea naranja será menos cantoso que si se bajase llevando unos zapatos de Manolo Blahnik, que valen más que cuatro foritos asegurados a todo riesgo. Por lo tanto, si quieres que la falsificación cuele, no peques de pretencioso y lleva imitaciones que parezcan creíbles dentro del ambiente en el que te muevas. Si te da igual que se sepa o no que lo que llevas no es original, anímate y ponle una insignia de Ferrari al Ford Fiesta.