El ministro de Cultura llamó al novelista para «animarlo», porque «no es muy amigo» de galardones
25 nov 2008 . Actualizado a las 12:01 h.Iconoclasta, beligerante, camaleónico, apátrida -«la patria es la madre de todos los vicios»-, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) no se casa con nada ni con nadie, de ahí que la oficialidad lo huya y lo rehúya. El Ministerio de Cultura le ha concedido ayer el Premio Nacional de las Letras, que es una manera de volverle a negar el Cervantes, galardón que este año se falla el próximo jueves. Dotado con 40.000 euros, el Nacional de las Letras reconoce el conjunto de una obra de un autor español. El año pasado recayó en la escritora Ana María Matute.
A pesar de su prestigiosa obra -experimentalista y arriesgada-, Goytisolo ha sido siempre un personaje incómodo: para el franquismo y para la democracia. El motivo: escribe lo que piensa y casi nunca templa gaitas, lo cual resulta bastante indigesto. En su currículo hay pocos reconocimientos y honores. No ha ganado ninguno de los grandes premios comerciales. Tampoco tiene un sillón en la Real Academia. Se jacta de restregar las verdades y de ir contracorriente. «Para ser escritor hay que ser desobediente», dice.
No en vano, Goytisolo ha acogido el galardón «sin ilusión» porque, dice, «los premios son para gente joven». El escritor ha explicado al grupo de periodistas que lo esperaba en la puerta del hotel de Madrid, que la noticia «no es ni buena ni mala». «A mi edad ningún premio hace ilusión, son para gente joven», ha asegurado. El ministro César Antonio Molina le llamó ayer para «animarle», porque también reconocía que «no es muy amigo de premios».
Exilio en París
Goytisolo estudió en los jesuitas y se licenció en Derecho en la Universidad de Barcelona. En 1956 se exilió en París, donde trabajó como asesor literario de la editorial Gallimard. Allí conocería a Monique Lange, con la que contrajo matrimonio. Monique era buena amiga de Jean Genet, un escritor maldito que influirá decisivamente en Goytisolo. Años después del fallecimiento de Monique, el escritor catalán habló sin tapujos de su homosexualidad. Otro de los sucesos que marcarían su vida -la de él y la de sus dos hermanos, el escritor y académico Luis y el poeta José Agustín, ya fallecido- fue la violenta muerte de su madre en 1938, durante un bombardeo de los nacionales sobre la ciudad de Barcelona. Su rechazo a la España franquista fue tan constante como brutal. Cuando en los años sesenta el régimen comenzaba a coger un poco de oxígeno, Goytisolo escribió La chanca (1962), reportaje donde sacaba a la luz las miserias de un barrio almeriense. En Francia circuló una edición en español (aquí llegó de forma clandestina). Hubo que esperar a los ochenta para que esta lacerante crítica del franquismo apareciese en nuestro país.
Apasionado del islam (vive en Marraquech desde 1996), defiende esta cultura en la misma medida que crítica lo que considera «excesos» de Occidente. Ha cultivado el ensayo, la narrativa, el reportaje, la literatura de viajes, los artículos de prensa y las memorias.