La viuda de Camarón edita una biografía del cantante en la que cuenta cómo rechazó actuar ante Mick Jagger

Isabel Laguna

CULTURA

27 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Dieciséis años después de la muerte de Camarón de la Isla, su viuda, Dolores Montoya, ha abierto el desván en el que guardó todos sus recuerdos y ha repasado la vida del genial cantaor para dar forma a La Chispa de Camarón , una biografía que recoge también las fotografías del álbum familiar.

Alfonso Rodríguez, reportero que ha crecido en San Fernando en el mismo barrio gaditano de la familia de Camarón de la Isla, es el autor de este libro, la primera biografía autorizada del cantaor, y quien ha convencido a Dolores Montoya, la Chispa, para que cuente de su propia voz el lado más cercano del cantaor. Para la Chispa, el proceso ha supuesto «llorar mucho» porque, por primera vez, entraba en el desván en el que al morir Camarón, el 2 de julio de 1992, guardó empaquetados todos sus recuerdos, sus fotos, sus guitarras -las tenía hasta del 1800-, ropas y hasta notas, para comenzar a desentrañar sus recuerdos.

Dolor latente

Camarón «jamás se sintió una persona especial», cuenta en el libro la viuda, que confiesa que «el dolor sigue latente» y que, para ella, cada día es «un día menos sin José y uno más con Camarón». A través de los recuerdos de su viuda, Alfonso Rodríguez cuenta la historia de Camarón, en un relato que se inicia con sus abuelos y que acaba con su muerte, a causa de un cáncer de pulmón, en un hospital de Badalona y con la nota manuscrita que fue encontrada en su habitación en la que el artista se despide de «jóvenes y mayores» con un consejo: «Dense cuenta que estamo viviendo una vida mundiana que no merese la pena vivir. Porque es mui bonita la vida y tu ties que fortaleserte y tener clonpleta fes en Dios y en ustedes mismo. Con simpatía y cariño. De este que lla es libre. Camarón».

La Chispa revela anécdotas como la que ocurrió en el verano de 1990 cuando su representante le llamó para decirle que Mick Jagger actuaba en Madrid y que, a cambio de cinco millones de pesetas, quería que Camarón cantara en una fiesta privada que iba a organizar: «Contestó que no, que esos gachés no sabían de flamenco».