El «pequeño pueblo» que es el Circo del Sol desplegó ayer, en el Multiusos do Sar, toda la magia del mayor espectáculo del mundo, aunque sin el espíritu bohemio y romántico que viajaba en toda carpa, con la primera de las ocho funciones de Saltimbanco. La compañí a se hará mayor en Santiago al cumplir el domingo sus 18 años. Corría 1992 y quienes acudían al estreno en Montreal del joven Circo del Sol no imaginaban la repercusión que iba adquirir en el futuro. Pero el hecho de que este pequeño pueblo de artistas no necesite viajar con la carpa para representar Saltimbanco es lo que hace posible que el montaje pueda estar en pequeñas ciudades como Santiago y solo una semana. Antes, el tener que viajar con todo el andamiaje solo posibilitaba llevar los espectáculos a las grandes ciudades y durante varios meses. De esto se felicitaba ayer el director técnico de Saltimbanco , Bruce Mather.
La mayoría de estos artistas, explicó, son captados a través de la web de la compañía y de sociedades deportivas y de acrobacia. La selección es muy exigente, y los seleccionados pasan ocho meses formándose en el estudio de Montreal, sin la garantía de que tendrán el puesto de trabajo. No hay fichajes estrella en esta multinacional del circo. Todos los artistas son iguales, solo diferenciados por las 25 lenguas vernáculas que hablan, aunque, como dice el director técnico, «el mundo de la acrobacia tiene su propio lenguaje».
El milagro del Circo del Sol, explica Mather, es «el loco que empezó este sueño», Guy Laliberté, entonces artista callejero y hoy multimillonario dueño de la compañía. El director artístico teme que la compañía esté creciendo muy rápido, lo que la podría llevar a morir de éxito, por lo que están creando otros espectáculos que no se basan solo en acrobacias. Con esta idea, la compañía actuará el 2011 en Sudáfrica, en su primera incursión en ese continente.