La mayoría de las esculturas de la exposición son de inspiración mitológica.
28 abr 2010 . Actualizado a las 15:07 h.La Wallace Collection de Londres parece un lugar perfectamente adecuado para exhibir la colección de pequeños bronces barrocos y renacentistas del conocido arquitecto y diseñador de interiores norteamericano Peter Marino.
Su amistad con Andy Warhol y el modisto Yves Saint-Laurent estimuló su interés en el coleccionismo artístico, que potenció luego a través de sus encargos para sus clientes corporativos, que van desde Louis Vuitton hasta Calvin Klein, Chanel o Ermenegildo Zegna, para quienes ha diseñado boutiques en todo el mundo.
Últimamente también ha tenido encargos de museos como la instalación de la exposición de porcelana de Sèvres en el American Craft Museum o la de escultura de Claude y Françpoiis-Xavier Lalanne en el Museo de Artes Decorativas, de París, o las Galerías de Porcelana Real de Meissen en el palacio de Zwinger (Dresde).
Con su aspecto e indumentaria de motero -gorra de visera, pantalones de cuero negro y botas- con la que se presentó para inspeccionar los preparativos de su exposición, titulada «Belleza y Poder», Marino sería la última persona en la que uno pensase interesada en el arte del siglo XVI.
Pero su pasión coleccionista es claramente ecléctica, como lo eran también los gustos de los fundadores del museo londinense que acoge la exposición.
Y así Marino lo mismo colecciona igual a contemporáneos como Anselm Kiefer, a Cy Twombly o a Basquiat, que dibujos de Tiepolo o bronces de Baccio Bandinelli, Ferdinando Tacca, Robert le Lorrain y otros escultores del barroco tardío.
Marino ha logrado reunir con paciencia en veinticinco años una colección centrada en obras francesas e italianas del siglo XVII y primera mitad del XVIII, muchas de ellas creadas en los tres grandes centros artísticos de la época: Florencia, París y Roma.
Como señala el director de colecciones de la Wallace, Jeremy Warren, esos pequeños bronces, muchos de ellos modelos, pueden disfrutarse como obras individuales de gran sofisticación y belleza.
Pero al mismo tiempo reflejan, consideradas como grupo, la fascinación que el mundo antiguo ejercía tanto en los artistas como en los mecenas durante aquel siglo y medio: casi todos los jóvenes escultores deseosos de hacer carrera tenían que pasar algún tiempo en Italia estudiando las obras del pasado.
La mayoría de las esculturas de la exposición son de inspiración mitológica, con alguna pequeña excepción de tema bíblico como un «Cristo en la Columna» alemán atribuido a Hans Reichle (1570-1642), discípulo y seguidor de Giambologna, o un «Cristo resucitado», considerado también obra de alguien del círculo de este último artista, escultor en la corte de los Medici.
Hay personificaciones de ríos como el Nilo o el Tíber, en forma de ancianos recostados de espesa cabellera y luengas barbas, peleas cuerpo a cuerpo entre Hércules y Anteo, esculturas ecuestres que muestran a jinetes alanceando un toro o en lucha con un león.
Otras representan a ninfas como Dafne, la infeliz heroína de las Mitologías de Ovidio, a Diana, la diosa de la caza, o a Adonis, el joven cazador de quien se enamoró Venus y a quien el francés Thicault Poissant representa dormido, saciado tal vez de amor.
Hay un grupo de figuras de dioses y diosas del también francés Michel Anguier, como Ceres, la diosa romana de la agricultura, Neptuno, el rey de los mares, y su consorte, la ninfa Anfitrite.
No falta Mercurio, mensajero de los dioses y dios del comercio, con la cabeza del gigante Argos, el monstruo de los cien ojos que nunca dormía, ni Andrómeda, la hija de los reyes de Etiopía encadenada a una roca por Ceto, a la que rescataría Perseo utilizando la cabeza de la Medusa para matar al monstruo.
Esas pequeñas esculturas en bronce o cobre, en las que el dinamismo de las formas se combina con la gran belleza sensual de las superficies, realzada por las pátinas, eran exquisitos y refinados objetos de lujo coleccionados ya en su día por la aristocracia.
La exposición, titulada «Belleza y Poder: bronces renacentistas y del barroco de la colección de Peter Marino», podrá visitarse hasta el 25 de julio.