La veterana escritora, galardonada con el Cervantes, asegura que «el machismo está quedando lejos» y que «se están dando pasos importantes, sobre todo en la Academia».
24 nov 2010 . Actualizado a las 21:55 h.La escritora barcelonesa Ana María Matute, galardonada este miércoles con el Premio Cervantes, ha asegurado que su obra ha estado marcada por un deseo de expresar la pérdida, porque «vivir es perder cosas», ha dicho, un pesimismo vital presente desde el primero hasta el último de los relatos que ha escrito.
La veterana narradora de 85 años, una de las cinco académicas de la Lengua -lo es desde 1998- ha contado en una improvisada rueda de prensa en Barcelona que está «contentísima» con un premio que ha reconocido que le «encanta» y cuya concesión, por los rumores que corrían desde hacía días, no la dejaron dormir anoche.
«He dado toda mi vida a esto que es escribir, a ser parte de la literatura», ha dicho la autora de Los Abel, para quien el Cervantes le llega como un reconocimiento, «si no a la calidad, sí al esfuerzo, a la entrega total de una vida», ha afirmado modesta para, a continuación, intentar gritar con tenue voz: «He conocido poca gente que diga que es enormemente feliz. Yo lo soy, y ya está».
«Uno no escribe para ganar premios, habrá quien lo haga, pero no entro en esas ferias; aunque, si te lo dan ...., maravilloso», ha insistido la autora de Olvidado Rey Gudú, quizás su libro favorito, aunque cuando se le pregunta cuál de sus obras recomienda a las nuevas generaciones, afirma rauda: «Todas».
Matute cree que su galardón y la reciente entrada de Soledad Puértolas en la Academia de la Lengua hacen de estos días un momento dulce para la literatura en castellano hecha por mujeres. «El machismo está quedando lejos, se están dando pasos importantes, sobre todo en la Academia, y está muy bien».
Elegante como siempre, con su media melena blanca impecablemente moldeada, la escritora, a la que la edad le juega una mala pasada de vez en cuando con su oído, explica que no conoció a las otras dos galardonadas del Cervantes, ni a María Zambrano, -«que era mucho mayor que yo»- ni a la cubana Dulce María Loinaz, de la que «no sabía quién era».
Sin rencor, la escritora apunta que los críticos, «un poquito malignos», no supieron dónde ubicarla cuando desembarcó en la literatura en los años cuarenta.
«No tenía ni idea de lo que me decían, España estaba tan cerrada que no se enteraba de nada», ha explicado de aquella época, sin querer dar tampoco los nombres de su generación de los que se siente más próxima.
«Nunca doy nombres si me lo preguntan, porque, si no, se ponen celosos; pero estábamos todos unidos contra la censura, contra una dictadura, y lo digo de verdad», remarca.
Algo de ese pesimismo presente en su obra afloró en lo personal en los años en que estuvo apartada de la literatura, un silencio literario que sufrió mucho y del que la ayudó a salir la agente literaria Carmen Balcells, que la animó a rematar «Olvidado rey Gudú».
«Fue ella la que me dijo que lo acabara, y a partir de ahí volví a ser la Matute», rememora la escritora, para quien la depresión que vivió en aquella época fue dura, sobre todo porque no sabía «por qué». Lo resume en las palabras que le dijo entonces su médico: «La vida pasa factura, tú has estado año muchos años aguantando, tragando sapos».
Citando a Borges, la escritora reconoce que está más orgullosa de los libros que ha leído que de los que ha escrito. «Leer es una parte esencial de mi vida, la mitad me la he pasado leyendo, a Dickens a Dostoievski... he sabido de los sentimientos gracias a ellos», indica Matute, que cita también los cuentos de Chejov como la puerta que la llevó a la literatura.
En estos momentos, la escritora acaba de descubrir la novela negra. «Me encanta, me gusta lo que hacen algunas 'chicas suecas', aunque soy mala con los nombres» afirma Matute, que no ha leído las novelas de la serie Millenium, pero sí Mystic River, de Dennis Lehane. Lamentablemente, dice no estar dotada para este género, que califica de mayor, ya que es un reflejo de la sociedad.
Mientras lee, sigue escribiendo. Da pocas pistas de su futuro libro, no adelanta si discurrirá por derroteros fantásticos u optará por el lado más intimista de su trayectoria. Solo avanza que «la vida es mágica» y que en ella hay muchas cosas más allá de un buen «revolcón con tu pareja», le dice riendo a un periodista.