«Murió risueño y en paz mientras dormía, horas después de haber visto ganar al Real Madrid de sus amores en el Bernabéu. Debemos despedirle con una sonrisa, que es lo que él hubiera querido». Concha Navarro daba así un feliz adiós a su padre, Juanito Navarro, un gran cómico que nos dejaba a los 84 años en la madrugada de ayer. El corazón del polifacético caricato falló cuando dormía en su domicilio, poniendo fin a una vida plena, entregada durante casi siete décadas a una profesión que amó y en la que hizo de todo para arrancar sonrisas a los espectadores de teatros, cines y televisiones. Fue la suya una carrera desigual iniciada en la revista y con sus cimas en la revista y en el cine del destape de los años setenta y ochenta. Su poderosa vis cómica era garantía de éxito y fue explotada en escenarios y platós de cine y televisión. Una larga carrera que el actor concluyó con las botas puestas. Activo a pesar de algún achaque, su colaboración en Torrente IV , que disfrutaremos ya con carácter póstumo, fue su último trabajo para el cine.
Buena parte de la profesión, que lo adoraba, desfiló ayer por el Tanatorio de la M-30 en Madrid, donde sus restos serán incinerados hoy para ser enterrados en el cementerio de la Almudena.
Trayectoria
Juan Navarro Rubinos nació en Madrid el 8 de julio de 1926. Comenzó a estudiar ingeniería aeronáutica, pero pronto se sintió atraído por el teatro. Con apenas 21 años, debutó en las tablas con la zarzuela cómica La blanca doble de Jacinto Guerrero. En los años cincuenta, cuando tomaba un pálido color la grisura de la posguerra, ingresó en la compañía de revistas del madrileño y muy castizo teatro La Latina, un género en el que cosechó enormes éxitos hasta que se retiró de él en el 2006.
Pero la enorme popularidad de Juanito Navarro se fraguó sobre todo en televisión, medio en el que fue un pionero con apariciones en todo tipo de espacios, de los primeros Estudio 1 o Directísimo de una TVE en blanco y negro al mítico y colorista Un, dos, tres... responda otra vez, de Narciso Ibáñez Serrador y Mayra Gómez Kemp; 300 millones y 625 línea s, donde cuajó la pareja doña croqueta y don Cirilo que interpretó junto a Simón Cabido.
El cine también impulsó la carrera de Juanito Navarro tras la muerte de Franco, un tiempo en el que guiones descacharrantes y la visión de las sinuosas formas de actrices mostradas al natural llevaron legiones de espectadores a las salas de cine. Navarro fue uno de los grandes en la época del destape, tiempo en el que compuso dúos memorables junto a otros grandes cómicos como Antonio Ozores, Fernando Esteso y Andrés Pajares. Junto a ellos protagonizó cintas de enorme éxito y taquillazos a pesar de su esperpéntica factura, como Qué gozada de divorcio (1981), Los autonómicos (1982) o Cristóbal Colón, de oficio descubridor (1982). Tras muchos años alejado de las cámaras, Santiago Segura lo rescató para el cine brindándole en el 2001 el papel de alcalde en Torrente II .
Además de hacer reír, el otro gran anhelo Navarro fue presidir el Real Madrid. Se presentó en tres ocasiones a las elecciones, aunque le faltaron los avales y no llegó nunca a la última fase de la disputa. En el 2009 optó por apoyar a Florentino Pérez.