As curvas do tempo es el título del libro de memorias que publicó el arquitecto Óscar Niemeyer en 1998, con noventa años cumplidos. A través de sus páginas es posible recorrer la formidable trayectoria personal y creativa desde la que hemos de entender la arquitectura del centro cultural que se inaugura ahora en Avilés. En sus páginas, Niemeyer cita al poeta Charles Baudelaire, en cuyas palabras reconoce su propia idea de arquitectura: «Lo inesperado, lo irregular, la sorpresa y el asombro, son parte esencial y característica de la belleza».
Desde la sensual modernidad del Casino de Pampulha (1942), o de su propia casa en Río de Janeiro (1953), Niemeyer orientó su obra hacia un esquematismo lírico, como su proyecto de 1955 para un Museo de Arte Moderno en Caracas, concebido como una gran pirámide invertida, o los edificios institucionales de Brasilia. A este «formalismo decadente», como lo ha denominado el historiador y crítico Kenneth Frampton, pertenecería el nuevo centro cultural de Avilés.
Pero la nostalgia y la poesía, acompañadas de una generosa dosis de sabiduría arquitectónica, hacen del nuevo Centro Niemeyer una obra valiosa: nostalgia por el inconmovible idealismo igualitario y humanístico que el venerable arquitecto refleja en todos sus edificios; poesía por la libertad, liberada de retórica intelectual, con la que dota a sus volúmenes, y, por último, sabiduría arquitectónica por el manejo de la escala, la relación con la ciudad y el poder transformador del nuevo conjunto edificado, que es una necesaria bisagra entre el centro urbano de Avilés y su periferia industrial en transformación.