«La calidad está en el ADN de Anagrama; dejarla sería incluso un mal negocio». Esto decía ayer, con una sonrisa, Jorge Herralde (Barcelona, 1936) antes de recorrer varias librerías de A Coruña y participar en un encuentro literario con Pedro Ramos en el Macuf, «un diálogo, un repaso de los datos relevantes de estos 42 años de Anagrama».
-¿Esos años dan para unas memorias?
-Claro que darían. He publicado ya varios libros en los que empaqueto una serie de aspectos sobre la actividad editorial y bastantes dedicados a colegas que admiro: Esther Tusquets, Carlos Barral en su día o José Janés.
-¿Los jóvenes editores le piden consejo?
-En general no, a veces nos piden algún texto. Tengo buenas relaciones con ellos.
-¿Se puede mantener la calidad literaria?
-Como es sabido, ha habido un deslizamiento de la cultura hacia la banalidad. Es posible permanecer a fiel a una forma de entender la edición y no solo por parte de Anagrama, sino de bastantes editoriales como Tusquets, Pretextos, Siruela, Acantilado... Cada una con sus modulaciones características. Es posible mantener la calidad, luego ya veremos.
-¿Sigue buscando nuevos autores?
-Es el alma de la edición. Eso de encontrar de repente un manuscrito de un autor desconocido o poco conocido de gran calidad es una especie de emoción, de flash, de subidón casi como el de un yonqui.
-¿Qué pasará con Anagrama?
-Durante cinco años más seguiré estando al frente y serán 47 años. Y luego pasará a Feltrinelli, una opción muy deliberada pensando que era el futuro mejor y más coherente para la editorial, una gran editorial familiar.
jorge herralde fundador de anagrama