El viudo y la hija de Ana Kiro recuerdan a la artista en el aniversario de su muerte
24 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.«La tengo tan presente que me parece mentira... Sueño todas las noches con que estamos juntos y cuando despierto me doy cuenta de que la realidad es un mal que está ahí», comenta Carlos Rivero, el hombre que compartió con Ana Kiro los últimos 30 años de su vida. Hoy se cumple un año de la muerte de la reina de la canción gallega. Cerró los ojos para siempre el 24 de septiembre del 2010 tras luchar durante años contra el cáncer. «En mi casa se puede decir esta palabra con total normalidad», solía decir la artista en referencia a su enfermedad.
María Dolores Casanova González (Castañeda, Arzúa, 1942) fue una mujer adelantada a todos los tiempos que le tocó vivir y dejó una huella imborrable, tanto en lo artístico como en lo humano, entre las personas que estuvieron a su lado. «Caí muy hondo en el pozo. Estuve bastante mal hasta que me di cuenta de que no podía salir solo y pedí ayuda», dice su viudo, que mantenía una relación muy especial con su esposa. «Quizá sea algo que la gente no entienda. Tengo amigos casados que mantienen buenas relaciones pero que cada uno necesita su espacio. Nosotros no, nuestra unión era plena, las 24 horas del día», asegura.
A Carmen, su hija, se le saltan las lágrimas cuando echa la vista atrás. «Cuanto más tiempo pasa, peor. Era una mujer con una vitalidad tremenda y que tenía solución para todo, para cualquier problema de enfermedad, sentimental o económico. Es un vacío que no llenará nunca nadie. La echo muchísimo de menos. Un año después, y todavía con la herida abierta, se sienten agradecidos por el trato de la gente y las infinitas muestras de cariño que recibieron. «Tan solo algunos supuestos amigos íntimos no me llamaron ni una sola vez. Antes molaba ser amigo de Ana Kiro, pero ahora... Es duro, pero es una realidad», se lamenta Carmen.
Carlos estuvo ayer, poco después del funeral que tuvo lugar en Mera, en el programa Luar, que dedicó parte de su tiempo a recordar a la artista con la actuación de distintos cantantes gallegos. Rosa Cedrón interpretó Pombiña mensaxeira. «Era unha das cancións que máis lle prestaban Ana», apunta Xosé Ramón Gayoso, que cree que un año después ya existe la calma necesaria para saber valorar el gran legado de la cantante.
En estos últimos 365 días de luto para la música gallega, una plaza de la localidad de Mera (Oleiros, A Coruña), el lugar donde residía y a unos metros de donde está enterrada, pasó a denominarse plaza de Ana Kiro y grabados en el suelo de la misma figuran nombres de canciones como su mítica Galicia terra meiga. En los años setenta, con este tema, llegó a vender más de 100.000 copias y colocó su nombre durante tres meses en la listas de éxitos españoles por delante de superventas de la época como Julio Iglesias. «Nunca más me va a decir mi niña del alma, como me llamaba», afirma Carmen entre lágrimas. Hace un año que los gallegos repartidos por todo el mundo lloraron la muerte de Ana. Se quedaron sin reina de la canción.