Carlos Fuentes paseó por Compostela su elegancia diplomática para recoger el Premio San Clemente por El sillón del águila.
-¿Un premio concedido por jóvenes es más gratificante?
-Yo me siento muy gratificado por este premio. Para mí, es un premio auténtico y, desde el punto de vista de mi satisfacción, es el premio más importante que un escritor puede recibir.
-¿También es un certificado de futuro?
-Que los jóvenes te lean ofrece al escritor muchas más posibilidades de ser leído en el futuro, que tendrán más recorrido temporal sus libros. También quiere decir otra cosa, que serán jóvenes durante mucho más tiempo.
-¿La novela por la que le dan el premio hay que considerarla literatura política?
-Si Felipe González dijo de ella que la política era siempre así, entonces tengo que considerarla una novela política.
-Pero durante un tiempo la política tuvo muy mala prensa entre los novelistas.
-Siempre ha habido literatura política. La Ilíada es literatura política, contar por qué estalló la Primera Guerra Mundial es también contar en clave política.
-De su libro se infiere que la corrupción es inherente al poder o a la forma con que la política se sostiene en el poder.
-La corrupción es el aceite que engrasa la máquina del poder. En muchos sentidos parece inevitable. Creo que tenemos que entender que existe, pero hay maneras. Quiero decir, el problema de la corrupción es, como pasó en México, cuando todo el mundo lo sabe pero no hace nada. Cuando la corrupción se puede denunciar, tenemos que combatirla. Otra cosa es pensar que va a desaparecer.
-Pero habla de ello como si la corrupción o algunos grados de maldad que se dejan sentir en estamentos políticos o de poder fuesen inherentes a la condición humana.
-El mal siempre ha asomado su oreja. No hay ninguna etapa de la historia en la que no haya existido el mal. O sea, que debemos llegar a la conclusión
de que es algo intrínseco que está con nosotros y que tenemos que aprender a combatir. A lo largo de la historia se ha llegado a cimas del mal como Hitler o Stalin, pero a pesar de los ejemplos el mal no se ha detenido. Quizá viva en nosotros un ángel y un demonio y tenemos que aprender a despertar al ángel y a liquidar el demonio.
-Pero habrá algo más que hacer...
-Está claro que siempre están las fuerzas civilizatorias, la regulación de la sociedad. Son elementos que también están en nosotros y que en muchas ocasiones llegan a imponerse.
-¿Situar su novela en el futuro es una forma de tomar distancia?
-Es otra forma de hablar del presente. Evita los errores y te da mucha libertad. Pero está claro que estoy hablando de un presente que, aunque no utilice personajes conocidos sino inventados, tiene mucho que ver con el presente político.