Mara Collazo: «El cine es una trinchera»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

«Insultar al ministro en los Goya no va a favorecer las relaciones», dice Collazo

23 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Formó parte del equipo de maquillaje y peluquería de Mar adentro, y como tal disfrutó de una nominación al Óscar en el 2005. La gallega Mara Collazo recuerda los días de rodaje a las órdenes de Alejandro Amenábar y analiza la situación de un sector, el del cine, del que se enamoró cuando tenía veinte años.

-No llegó a ir a la ceremonia de los Óscar.

-Al final fueron las dos personas que se habían encargado de la caracterización de Javier Bardem. Pero tampoco te creas que esas cosas me tiran mucho. Soy muy introvertida, lo de figurar no es lo mío.

-¿Merecía el Óscar el trabajo en Mar Adentro?

-El gran mérito de esa película es que era muy creíble. Muchas veces se premian los trabajos más espectaculares, como las películas de época. Pero en este caso, aun siendo una labor aparentemente sencilla, se premió la complejidad de llegar a los personajes, de hacerlos creíbles.

-¿Qué supuso para usted la nominación?

-Que te reconozcan los compañeros es magnífico. Y los amigos y la familia, que se alegran mucho. Pero poco más. A mí no me cambió la vida.

-¿Ni siquiera profesionalmente?

-Durante un tiempo, las producciones extranjeras que venían a rodar a España pedían siempre el equipo de Mar adentro. Pero creo que no llegó a cuajar ninguno de aquellos proyectos. Así que tampoco lo noté mucho. Desde entonces ni he trabajado más ni menos. Afortunadamente no paraba, y sigo sin parar.

-¿Cómo termina una peluquera dedicándose al cine?

-Surgió al trabajar en Estudio R, en A Coruña, con 20 años. Ahí hice mi primera película, y ya no paré. Aunque sí tuve mi propio gabinete de peluquería e hice mis cosas en moda. Pero siempre con el cine como prioridad. De hecho, creo que no ha habido ningún año en el que no haya hecho alguna película o serie.

-Así que le gustó.

-Es que engancha. Y eso que, por mucho que lo disfracen de glamur, el cine es como una trinchera. En un rodaje estás contra viento y marea. Trabajas de noche, subes montañas, jornadas de doce horas sin un baño cerca... Somos como las Coes, hay que tener cierta preparación física para no doblarte. Yo en plató me muero, quiero exteriores. Y, al mismo tiempo, hay que tratar con los actores, que son seres muy frágiles, están como en carne viva, y hay que transmitirles confianza y seguridad.

-Ahora está trabajando para la televisión.

-Llevo la peluquería de la serie televisiva Gran Hotel. Al estar ambientada en 1900, es un trabajo más lucido que lo que hice en Mar adentro. Pero a mí lo que me gusta es la documentación, investigar, estudiar... Y si son personajes reales, mejor. Aunque lo fundamental es que haya buenos personajes, que estén bien definidos, para darles cierta personalidad. Que tengan chicha.

-¿Les dejan libertad a la hora de crear?

-Hay mucha conversación, mucho tira y afloja con productores y directores. Te dicen cómo orientan la película. Por ejemplo, en Gran Hotel nos pusieron de referencia a Sorolla. Y ahí es donde empieza mi labor de documentación. Libros, imágenes, otras películas... Sobre todo inglesas, que los americanos no son muy puristas en las recreaciones históricas.

-La ceremonia de los Goya volvió a generar polémica este año con las reivindicaciones del sector. ¿Cómo lo ve usted?

-Este sector hay que verlo como una industria. Pero en España cometemos el error de pretender tener el glamur americano y la carga de denuncia europea. Y el glamur ese se nos queda grande, aunque solo sea porque no jugamos con seis millones de dólares para cada película. Por un lado, damos una imagen frívola y por otro lanzamos un discurso de reivindicación. Y al final ni acertamos con una cosa ni con la otra. Hay que dejar claro que no todos los que nos dedicamos al cine opinamos lo mismo. Además, falta mano izquierda en galas como la de los Goya. Porque insultar al ministro y ponerle una cámara en primer plano no va a favorecer las relaciones. Y hay que tener en cuenta que vivimos de esto.