La sorpresa de la jornada en Sitges la ha proporcionado el film norteamericano «Cheap Thrills»
16 oct 2013 . Actualizado a las 23:27 h.El israelí Ari Folman ganó casi todos los premios internacionales al condensar en Vals con Bashir el conflicto de Oriente Medio en una tira de animación cuidadísima. En The Congress Folman afronta otra prueba de fuego: la adaptación del clásico de la ciencia ficción de Stanislaw Lem a un formato en el cual varios actores de carne y hueso bien labrados, entre ellos Harvey Keitel y una Robin Wright,quien admite todo tipo de bromas personales sobre sus fracasos artísticos y matrimoniales, se transmutan, tras una primera parte antológica, en dibujos animados de una aventura de una imaginación pletórica, una joya de la animación que deriva hacia un onirismo de culto casi instantáneo.
Pero si el valor artístico de The Congress era algo ya conveniado, la sorpresa de la jornada, y seguramente de esta 46 edición del festival de Cine Fantástico de Sitges la proporciona el film norteamericano Cheap Thrills. Aunque venía precedido del triunfo en el certamen del género de Austin, nada hace sospechar al comienzo de esta aparente comedia menor, del subgénero de bares, que su director, el hasta ahora desconocido y, desde ya, nombre para retener, E.L. Katz va a ir elevando el listón de su propuesta, la de una pareja de nuevos ricos que van sometiendo a dos perdedores a una serie de pruebas a cambio de dinero, primero pequeñas travesuras y, finalmente órdagos vitales, que erigen Cheap Thrills en la comedia más demoledora de estos tiempos de crisis donde todo está en venta ante el impago de una vivienda. Con un guión visionario, entre el Tarantino más negro y el Peter Shaeffer de La Huella, E. L. Katz filma una comedia de ferocidad inusitada, con cuatro actores formidables y un crescendo argumental que la sitúan, sin duda, como el sleeper de la temporada, la película que surge de la nada y se erige en obra fundacional del cine para una era y una sociedad al borde del abismo.