El artista presenta «Muy personal» un libro repleto de dibujos, intentos fallidos de crear canciones o comentarios sobre la «apestosa» actualidad
19 dic 2013 . Actualizado a las 20:41 h.Siempre le ha gustado a Joaquín Sabina «emborronar» papeles con versos, citas o pequeños relatos. Es el universo creativo del artista que queda al descubierto en Muy Personal, un libro repleto de dibujos, intentos fallidos de crear canciones o comentarios sobre la «apestosa» actualidad.
«España me produce rabia, vómito, asco e indignación. Cada día se despierta uno con una noticia nueva a cual más apestosa. (...) Con este clima de desesperación cruzar el mar da mucho gusto, aunque también gusta volver a casa y encontrarse a estos cabrones dictando leyes», ha comentado Joaquin Sabina (Úbeda, Jaén, 1949) en la presentación del libro.
Muy Personal (Planeta) está compuesto por fragmentos de lo que se podría considerar ese diario que el cantautor nunca fue capaz de escribir. Una selección de las páginas más sugerentes de los cuadernos privados de un Joaquin Sabina que descubre al lector su mundo interior cargado de esa mirada mordaz, crítica e irónica con la que mira a la realidad en sus canciones.
«Lo bueno de dibujar o garabatear es que se parece mucho al onanismo y el onanismo a mi edad es más recomendable que el sexo entre dos porque ahí nunca hace uno el ridículo», argumenta un Sabina, que presentará un nuevo disco el próximo marzo.
No se siente un dibujante, sino un «garabateador» que emborrona papeles con sus obsesiones, desvelos o sugerentes conversaciones con amigos. En ellos se plasma el universo íntimo de este cantante al que hasta ahora solo había tenido acceso su círculo más cercano.
Cuadernos que le sirven a Sabina para hablar consigo mismo, para expresarse cuando le impiden hablar entre concierto y concierto y que están inspirados en momentos de felicidad y alegría.
«Dibujar es una actividad más feliz que escribir canciones o poesía, que nacen más del desamor y la desesperación. No se me ocurre ponerme a escribir cuando estoy feliz paseando con mi novia pero sí cuando me ha dejado, me han dicho que tengo cáncer de pulmón o he perdido la fortuna de 'los Sabina' en el póquer», argumenta.
«Son retratos de mamarrachos», confiesa, pinceladas que dibujan las mañanas de la madrileña plaza de Tirso de Molina, pinturas con notas en verso de Nueva York, Santo Domingo o París, que llegaron a la editorial como una especie de recompensa del autor ante su incapacidad para escribir las memorias que un día les prometió.
«Me da un poco de vergüenza (presentar el libro), jamás he pensado en mí mismo como dibujante. Los dibujos son muy recientes, me siento como un recién parido, no tengo distancia para opinar sobre ellos y por tanto empezar a comprar libros para quemarlos como, por cierto, hice con mi primer disco», confiesa un cantante que ha publicado 16 discos de estudio.
Dibujos que miran a la realidad, que comentan los titulares de la prensa, que fantasean con el nombramiento del nuevo papa, mostrando a ese Sabina incapaz de acomodarse a las políticas de austeridad y que cree que la cultura «debería tener el mismo IVA que la sanidad y la educación. Tendría que ser universal y gratuita», argumenta.
«Los ministros me inspiran un 'puaf', un pero, un vómito, un Wert, un Montoro», comenta Sabina tras criticar el proceso de selección que el Ayuntamiento de Madrid está realizando a los músicos para que puedan tocar en la calle.
«Si en la época en la que yo y otros muchos tocábamos en la calle, la señora Botella de la época nos hubiera dicho que teníamos que hacer un examen no hubiéramos ido. Yo no hubiera pasado el casting, ni el de Operación Triunfo, ni el de La Voz. Tampoco Leonard Cohen, ni Lou Reed y tampoco Bob Dylan», argumenta.
Un Sabina que dice estar reformado tras abandonar los años de rockero nocturno y que ahora, incapaz de «mantenerse quieto», vuelca su mundo en unos cuadernos que le sirven de entretenimiento entre concierto y concierto, consiguiendo plasmar esa mirada mordaz e irónica hasta ahora solo visible en sus versos.