«Los surcos del azar» narra una vida marcada por la guerra y el exilio
29 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Si en Arrugas Paco Roca (Valencia, 1969) le daba un vuelco a la novela gráfica con una obra ambientada en una residencia geriátrica, en su última obra el historietista se vale de nuevo de un anciano como protagonista para cambiar las reglas de otro género, esta vez el bélico. En Los surcos del azar (Astiberri) aborda el pasado oculto de un jubilado español en Francia que encierra en el hermetismo de una existencia anodina unos hechos claves en su vida que también lo fueron de la historia de Europa: el exilio tras combatir en la Guerra Civil, los campos de trabajo en Argelia y una participación en la Segunda Guerra Mundial que lo llevó a la liberación de París de 1944. Todo ello contado con una vocación casi de documental, alejando el foco de la épica de las grandes batallas y deteniéndose en las emociones y los dilemas morales que una guerra impone a los que en ella luchan.
-El azar también intervino en el origen de su libro. Si no hubiese asistido a una charla en París sobre los excombatientes no habría escrito su historia...
-Dar con las historias también es un poco una cuestión de azar: se te meten dentro y no te dejan. Al oír a estos excombatientes me di cuenta de lo poco que conocemos la historia y el gran contraste que suponía escucharles hablar de ir subidos a blindados, de liberar París, con su apariencia de esos abuelitos que te los imaginas siempre en zapatillas. Así que quise tirar de ese hilo hacia atrás y contar cómo esa gente había llegado hasta allí, relatar por todo lo que habían pasado.
-Como dice, hay toda una épica oculta detrás de las vidas en apariencia más convencionales.
-Para ellos, como me imagino que nos pasa a todos, lo que hicieron no tenía nada de extraordinario. Es la perspectiva, el contexto, lo que le confiere su verdadero valor. Pero ellos veían la lucha contra el fascismo como algo necesario y natural y en la que debían darlo todo, ya que era una guerra que había comenzado con el alzamiento de Franco. En el cómic tuve que andarme con cuidado con la épica, ya que no quería terminar con una historia al estilo de Hazañas bélicas. Era más importante contar lo que le pasó a esta gente, que perdió una guerra y vivió un exilio en el que, por culpa de que existía más miedo al comunismo que al fascismo, padecieron el desprecio que se le tenía a los republicanos, independientemente de cuál fuese su ideología. Busqué un tono próximo al documental, más humano y cercano, y tratando de evitar esa épica de las panorámicas de las grandes batallas.
-Pero por generación usted habrá leído esos tebeos de «Hazañas bélicas» en su infancia...
-Sí, es cierto que crecí con esas historias, sobre todo aquellos tebeos de formato apaisado. Se ve claramente la mentalidad de la época: los nazis son los malos, los norteamericanos los héroes... no había matices. Pero no quería ese tono para mi historia, tenía claro que no podía ir por ahí.
-El cómic es un lenguaje tan válido como otro para narrar estas historias, pero, por si quedasen dudas, «Los surcos del azar» así lo demuestra.
-El cómic te da unas posibilidades que no tienen los otros medios. Si Los surcos del azar fuese una película, no tendrían cabida los mapas o los esquemas con los que se narra la entrada en París. El cómic te permite pasar de un lenguaje a otro sin que chirríe, del pasado al presente. Tiene una gran flexibilidad, ya que dispone de la parte gráfica que le faltaría a un libro, a la vez que los textos que no están en un filme. El dibujo no es más que un conjunto de rayas, pero evoca muchas imágenes en la cabeza del lector, funcionando casi como un ideograma.
-¿Ve su cómic en el cine?
-Es una historia con muchas posibilidades para hacer una película, aunque no me gustaría que fuese una gran superproducción. Preferiría que fuese una animación, al estilo de Arrugas [dirigida por Ignacio Ferreras y producida por la gallega Perro Verde Films]. La imagen real es totalmente diferente y la animación te permite contar las cosas de otra manera. Creo que Los surcos del azar funcionaría muy bien como animación, para un público adulto al que no le va la animación relamida. Creo que el tópico de que el cómic es el cine de los pobres es falso. Veo el lenguaje del cómic más cercano a la novela que el de una película; no es cine sobre el papel. En el cómic el lector con su imaginación suple los vacíos entre viñeta y viñeta, pero cuando haces un storyboard ves que tienes que introducir todo tipo de información. Eso sí, me ha comentado el productor de Arrugas que un proyecto basado en un cómic resulta más fácil de vender que uno para el que presentas un guion. Es más fácil imaginárselo como película.