Para el juicio de este viejo cinéfilo con callo en las pupilas, año tras año, la calidad de las propuestas nominadas para los Óscar baja de manera ostensible. De La gran estafa americana solo salvaríamos la gracia de poner tan feo, gordo y calvo al actor Christian Bale y tan petardas a Amy Adams y Jennifer Lawrence. Lo mismo le pasa al filme Dallas Buyers Club, que sobresale por la mutación física de un Matthew McConaughey en alza y por el descarado travestismo de un Jared Leto irreconocible.
Gravity, más allá de la sorpresa, nos parece un sonoro bluf, como se decía antes. Capitán Phillips y Philomena son obras sólidas, pero carecen de nervio. Her, a ratos, es francamente buena y ocurrente pero en ocasiones hasta resulta aburrida. A El lobo de Wall Street le sobra la mitad del metraje y, digan lo que digan, a Martin Scorsese se le fue la mano en su megalomanía.
Nebraska, del director de Entre copas, es seguramente la más cachonda y hermosa de todas las películas nominadas, con algunas escenas sensacionales, como la de la anciana June Squibb en el cementerio, poniendo a caldo a los muertos, o con Bruce Dern buscando su dentadura postiza a lo largo de la vía del tren. Pero es una película tan voluntariamente pequeña que no tiene ninguna posibilidad.
Así que la cinta 12 años de esclavitud se beneficia de todo eso. Entendámonos, es muy buena, pero tan dura y seca que preferimos Django desencadenado, con mucha diferencia.
Al corto español Aquel no era yo le va a amargar la noche el doctor Watson, el hobbit Martin Freeman, sensacional intérprete en The Voorman Problem, una ocurrente broma sobre el psicoanálisis y los psiquiatras.
El tranvía llamado Cate Blanchett arrasará con la interpretación de su Blue Jasmine, que es pura antología de la insatisfacción. Y ya dijimos que la pareja de luchadores antisida, McConaughey y Leto, se merecen ganar, a pesar de que Leonardo DiCaprio es lo mejor de El lobo de Wall Street y de que Bruce Dern es uno de esos viejos perdidos y testarudos que no olvidas nunca.