Santos afirma que la categoría de dirección general permitirá crear servicios digitales adaptados a los tiempos actuales
06 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional desde hace poco más de un año, no podía ocultar su satisfacción tras ser aprobado el anteproyecto de ley que permitirá dotar de mayor a autonomía a la institución que representa. Así lo hizo constar ayer en Santiago, donde acudió para participar en un congreso internacional de editores.
-¿Qué implica el cambio a efectos prácticos para la Biblioteca?
-Va a implicar una mayor autonomía de gestión y, por lo tanto, que tenga instrumentos de gestión más ágiles para poder trabajar mejor. Por otra parte, supone que recobre la consideración que debe tener como institución de primer orden para la cultura española. Podrá recuperar la dignidad que en su día perdió, cuando en el 2010 se degradó a la Biblioteca de dirección general a subdirección general. Hubo un movimiento de protesta tremendo por parte de todos los sectores de la cultura y, tras cuatro años, va a recobrar el estatus que le correspondía.
-Es entonces de una cuestión nominativa más que económica...
-Económicamente la diferencia entre una y otra supone unos 2.000 euros brutos al año.
-¿Qué beneficios tendrá entonces esa gestión más ágil?
-Nos va a permitir generar y gestionar ingresos propios y desarrollar un estatuto que va a definir la estructura orgánica y funcional de la Biblioteca. Es decir, nos ayudará a adaptarnos al entorno actual de la sociedad de la información, donde una parte muy importante se produce en soporte digital. Va a haber una definición de nuevos departamentos y vamos a pensar en nuevos servicios.
-¿Qué tipo de servicios?
-Los procesos internos van enfocados a seguir la digitalización de las colecciones y a pensar en la preservación de contenidos digitales, no solo en el ámbito físico, también de los contenidos en Internet. Por tanto, el plan es potenciar la accesibilidad a través de los contenidos en línea, a la vez que una apertura de la Biblioteca al gran público, es decir, todos aquellos que no son investigadores especializados.
-¿Está desbancando el soporte electrónico al físico?
-En menos de cinco años hemos tenido 14 millones de descargas de documentos electrónicos. Muchas veces me pregunto si en los 300 años que tiene la institución se habrá alcanzado esa cifra con el papel. Creo que los libros electrónicos deben estar depositados en la Biblioteca igual que los libros físicos para garantizar su transmisión de manera legal y no a través de webs piratas. Es necesario un cambio de modelo y que los editores nos vean como un aliado, no como un enemigo.