El músico asturiano llega a Galicia con su disco más político hasta la fecha. Tomando postura y dando un paso al frente, Vegas ha despertado odios y amores con un álbum que lo lleva a una nueva dimensión
13 jun 2014 . Actualizado a las 20:20 h.Con Resituación Nacho Vegas ha querido explicitar de la manera más nítida posible su postura política. Totalmente influenciado por el 15-M, en sus canciones se pasean personas que pasan de la desesperación a la rabia, de ser desahuciados de su casa a formar parte del escrache contra un político. Ello ha producido una ruptura con parte de esa crítica que otrora lo adoraba y ahora lo acusa de planfletario.
-¿Existe una especie de salida del armario generacional respecto a la política en la música «indie» española?
-Puede ser, pero supongo que es algo natural. Desde hace unos años se ha producido una toma de conciencia generalizada ante una situación de hartazgo. Con el 15-M la política salió a las calles. Ahora ves en el autobús o en el supermercado a los chavales hablando de política. Cuando eso está tan presente es normal que se cuele en las canciones de la gente.
-El ambiente del que proviene, el rock independiente, eso no era usual.
-Bueno, había otras formas. El compromiso político del músico no tiene que ver solo con el contenido de las letras. Cosas como el Lady Fest o La Dinamo estaban relacionadas con el mundo indie pero eran política. Lo que pasa es que aquí lo importante era cómo se vehiculaba la música, no su mensaje. De todos modos la generación indie fue algo conservadora y reaccionaria. El mensaje era «Como no sé qué hacer para que las cosas cambien, opto por no enfrentarme a ello».
-¿Podemos decir que fue una generación frívola?
-Sí, la frivolidad es lo que tienes para agarrarte cuando quieres evitar hablar de temas espinosos. Existía una especie de cinismo endémico, con un cierto descreimiento hacia cualquier cosa que significase una toma de conciencia colectiva.
-En un ayuntamiento gallego que lo contrató sentaron muy mal unas declaraciones suyas contra el PP. ¿Alguna vez le ha llegado alguna queja por manifestaciones así?
-No, pero aquí, por ejemplo, gobierna Foro. Cuando hubo un homenaje a Leonard Cohen en Oviedo dije cosas que no sentaron bien. Mientras que estén ellos no creo que me contraten [risas].
-Se ha mostrado molesto porque se le exija un plus de coherencia. ¿No le pide usted a los «artistas políticos» que sean consecuentes?
-La coherencia es un valor, pero pienso que el que te exige esa coherencia es alguien que está hablando de sí mismo. En los noventa con Manu Chao se decían cosas como que cobraba un montón de dinero o que iba a festivales patrocinados por Coca-Cola. Siempre me parecieron despreciables ese tipo de comentarios, de gente que está en su sillón sin hacer nada y que le da rabia que otra gente luche políticamente.
-¿Concebiría que un fan suyo votase al PP?
-[risas] Pues no sé... He conocido a gente de derechas que me seguía, pero no sé si seguirán ahí. Entre los artistas progres del rollo izquierdoso ocurre una cosa curiosa. Joaquín Sabina, Miguel Bosé o Víctor y Ana le gustan mucho a la gente de derechas. Es como si necesitasen una especie de bufón para decir: «Esta es la gente canalla de izquierdas». Yo no quiero formar parte de eso.
-Algunos fans dicen que al dejar usted la heroína bajó su calidad. ¿Qué piensa?
-Que es una estupidez. Esas cosas las veía antes con Antonio Luque de Sr. Chinarro y ahora las empiezo a ver en mí.
-¿No hay algo perverso en querer que lo pase mal?
-Supongo que el patetismo del personaje les dará morbo a alguna gente, pero lo cierto es que algunas de aquellas canciones hoy las veo naíf.