El nuevo filme de González Iñárritu, «Birdman», abre la nueva edición de la Mostra de Venecia
28 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Con velocidad de crucero ha comenzado esta 71.ª Mostra de Venecia de la mano de sendos superhéroes, en menor o mayor medida, caídos en desgracia, y cuya regeneración da lugar a dos más que notables ejercicios de cine bien diverso.
El mexicano González Iñárritu se reinventa felizmente en Birdman, filme inaugural de la competición. Iñárritu se encasilló desde sus inicios en un cine de exitosas tragedias paralelas que le llevó a un callejón sin salida en el descalabro de Beautiful. De aquel K. O. artístico, el director sale con soltura impredecible en Birdman, en donde, de camino, recupera del olvido al eminente Michael Keaton para que haga de sí mismo: un actor que fue célebre en tiempos por encarnar a un superhéroe, y que ahora busca su reidentificación protagonizando en teatro una pieza de Raymond Carver. El revival Keaton es solo el primer señuelo de un guion cáustico, con Naomi Watts y, sobre todo, un espléndido Edward Norton acompañándolo en esta comedia negra y lúcida. En el fondo de Birdman late lo que es el leitmotiv del cine de Iñárritu, un proceso de redención. Solo que aquí no hay ni rastro de cargante solemnidad, de moralismo trascendente. Birdman posee la virtud de encabalgarse en un humor sarcástico, a ratos casi surreal, que redondea esta gozosa transmutación inteligente del otrora engolado Iñárritu.
Otro dios caído, aunque este no tan vieja gloria como Keaton porque su descenso del Olimpo duraba solo un año, tiene ya película con su propio nombre. Messi, estrenada mundialmente aquí, la dirige Álex de la Iglesia a partir de un guion de Valdano. Pero no hay en ella brujería ni otros efectos especiales que los derivados de rescatar de un fecundo archivo momentos cumbre y otros inéditos del argentino. Del amplio listado de gente del fútbol que intervienen he contabilizado al menos cuatro que introducen a Dios en el paralelismo con Leo: Menotti, Cruyff, Bielsa y Guillem Balagué. No sé si es casual que ninguno de ellos trabajó profesionalmente con él. Porque lo cierto es que el supuesto «lado oscuro» del astro no existe en esta brillante hagiografía, donde la teoría base es que Messi es lo que se ve, y no hay más.
Larry Clark, otrora enfant terrible con sus películas de adolescentes entregados al onanismo y las drogas, llevaba un tiempo en penumbra. Con The Smell Of Us vuelve por sus desafueros con una película poderosa -tan explícita en su voyeurismo de un grupo de adolescentes que se prostituyen, se colocan y se centran en el sexo y en su olor, hasta extremos casi hardcore- que Clark se ve que no ha encontrado facilidades en USA y ha tenido que filmar con producción francesa. El cambio de idioma no varía un ápice su fijación por el skat y por unos ragazzi di vita que convierten a Clark en el Pasolini sobre ruedas del siglo XXI.