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Shackleton, el explorador inglés que convirtió en gloria un gran fracaso

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

<span lang= es-es >Prisión blanca</span>. El «Endurance», atrapado en el hielo del mar de Weddell, en la Antártida. Traslado del «James Caird» a una zona más segura. La tripulación despide a Shackleton, que parte de Isla Elefante en el «James Caird» en busca de ayuda, el 24 de abril de 1916.
Prisión blanca. El «Endurance», atrapado en el hielo del mar de Weddell, en la Antártida. Traslado del «James Caird» a una zona más segura. La tripulación despide a Shackleton, que parte de Isla Elefante en el «James Caird» en busca de ayuda, el 24 de abril de 1916. fotos < / span>Frank Hurley < / span>Royal Geographical Society< / span>

Tres libros afloran en el centenario de la épica aventura del «Endurance»

18 ene 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Fracasó en todos sus intentos. Cuatro misiones organizadas para conquistar el Polo Sur, cuatro fiascos para Ernest Shackleton (Kildare, Irlanda, 1874-isla de Georgia del Sur, 1922). Especialmente, el tercer viaje, el del Endurance (1914), un barco que naufragó antes incluso de llegar al punto de partida de la expedición antártica. Y sin embargo, apunta el explorador polar español por excelencia Ramón Larramendi, «en esas encuestas tan caras a los ingleses Shackleton aparece en el puesto número 12 de entre los británicos más importantes de la historia». Algo tiene de poderosa seducción el personaje cuando, como recuerda el editor coruñés Eduardo Riestra, «es su estatua y no la de otros triunfadores la que ocupa un lugar principal, junto a la de David Livingstone, en la fachada de la sede de la Royal Geographical Society en Londres».

¿Cuál es la razón de ese éxito póstumo, de esa popularidad? Los argumentos son complejos pero hay una circunstancia que convirtió aquel viaje en extraordinario, pese a que navío y tripulación quedaron atrapados en los hielos del mar de Weddell: Shackleton logró que sus 27 hombres sobreviviesen tras superar una auténtica odisea, o «el mismísimo infierno», como resumió Shackleton. Pero aquella aventura cayó en el olvido, la coincidencia con la Gran Guerra la sepultó. «¿Sabes cuántas expediciones gloriosas yacen postergadas en los archivos? ¿Cuántas hazañas ignoradas? ¿Quién se acuerda hoy de Robert Peary? Hay otras historias polares increíbles de la era heroica que nadie recuerda. Y esta también hubiera podido pasar desapercibida», advierte Larramendi. Ni siquiera el libro que escribió el propio Shackleton sirvió para perpetuar su memoria. La clave en la recuperación de su figura es la publicación en 1959 del libro de Alfred Lansing Endurance. La prisión blanca, que estos días rescata el sello Capitán Swing en la traducción que había editado Mondadori (hoy inencontrable). Ese es el verdadero origen de la shackletonmanía, corrobora Larramendi.

Para el responsable de Capitán Swing, Daniel Moreno, la oportunidad va más allá de la efeméride, del centenario de la partida de Plymouth del Endurance rumbo a Buenos Aires en el verano de 1914. «Es el mejor relato de aquella epopeya, un gran clásico de la literatura de viajes y un auténtico best seller ya desde su misma aparición», explica Moreno, que confiesa que quiso publicar el texto solo por una razón: «Es brutal, una historia increíble de supervivencia, durante más de un año en el Polo Sur, y sin nada. Y, sobre todo, Lansing habla con muchos testigos de primera mano, y con buena parte de la tripulación superviviente. En este sentido, su relato tiene un potente nervio periodístico».

El arte de saber renunciar

Larramendi, que escribe el prólogo, entra en matices y dice que lo que diferencia a Shackleton de los demás es su brillante personalidad, su empatía y su inteligencia para saber abandonar el objetivo de la conquista antártica a tiempo para centrar sus desvelos en salvar la vida de sus hombres. «Un heroico fracaso, pero fracaso al fin», subraya para recordar que el éxito de Robert Scott no le sirvió de mucho: su expedición alcanzó el objetivo en 1912 (para enterarse de que el noruego Roald Amundsen se les había adelantado) pero la tozudez de coronar fue también su perdición. «Scott y todos sus hombres perecieron de hambre y frío en su fallido intento de regreso, porque no supo renunciar a tiempo, por no saber ser flexible», incide Riestra, que viene de publicar en Ediciones del Viento un esclarecedor libro del marino y escritor pontevedrés Alberto Fortes sobre los cuatro proyectos fracasados de Shackleton, y que dibuja un fidedigno retrato del aventurero.

Y ahí reside la virtud proverbial de Shackleton, y que aún causa admiración hoy: «Sus dotes de liderazgo, cómo fue capaz de organizar a sus hombres, de hacer que lo escuchasen y creyesen que era posible sobrevivir. Es uno de los personajes más inspiradores que existen», recalca el editor Enrique Redel, que publicó en Impedimenta el libro ilustrado de William Grill, un bello documental sobre el Endurance que ya ha agotado su primera tirada, de 3.300 ejemplares.