«Caza al asesino» es una de las peores películas que Hollywood nos ha facturado en el último año. Y eso es decir mucho.
28 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando, en los primeros años setenta, el thriller comenzó a derivar hacia el subgénero del cine de acción, el artífice del invento, el director Don Siegel -Harry el Sucio-, le dijo a la crítica Pauline Kael que, con su invención, se sentía culpable de certificar la muerte del llamado cine negro. El merengue en el que se ha convertido hoy la llamada política de géneros deja la culpabilidad del pobre Siegel en un pecado venial. Para muestra este horrible botón de Caza al asesino, que, por lo que parece, destroza la novela de Jean-Patrick Manchette, que desconocemos.
Sean Penn, esa mente progresista de Hollywood habitualmente tan poco progresista, es aquí un cooperante en la República Democrática del Congo que en realidad resulta un asesino a sueldo de una multinacional minera. A su lado, Javier Bardem aún es más malo y se emborracha mucho. Espantoso el actor español en su simulación etílica. Y por allí también pasaba Jasmine Trinca, bonita médico sin fronteras casi virginal de la que los dos están enamorados. Cherchez la femme. Los amigos se enfrentan por la chica, con las mecánicas del capital de testigo. El conflicto viaja a Barcelona y también a Gibraltar, ¡en el curioso escenario de las tripas de un acuario! Pero ya el no va más es la batalla en la plaza de toros.
¡Ofensa para los catalanes antitaurinos y para el Parlamento catalán! Esto del enfrentamiento final en la Monumental, con toda la simbología paralela del héroe herido cargando con fuerza contra el enemigo, y el coraje del torito bravo como símbolo, es un risible tópico racial y cutre de película para guiris. En cualquier caso, el hallazgo venía anunciándose con planos premonitorios. En sus persecuciones a lo largo de la Barcelona de Gaudí, el héroe Penn, cual Teseo, pasa de noche junto al coso y el realizador nos regala un plano cenital de la plaza, iluminada como si fuera una luna de plata redonda y llena. No hay crisis energética para las producciones con pasta. Además, antes, el toreador Penn había estado mirando carteles que anunciaban la corrida. Con perdón.
Y ahí, en la Monumental, casi acaba este thriller de acción deturpado, que diría Don Siegel. Con el malvado Mark Rylance mirándole a los ojos a la bestia brava. Caza al asesino es una de las peores películas que Hollywood nos ha facturado en el último año. Y eso es decir mucho.