La historia de la imagen del marinero y la enfermera de Times Square tomada por Alfred Eisenstaedt continúa, décadas después, impregnada de misterio
14 ago 2015 . Actualizado a las 20:23 h.Retrocedemos en el tiempo setenta años. Es 14 de julio de 1945, el reloj ronda las siete de la tarde y el presidente Truman acaba de anunciar, en un discurso público, el fin de la Segunda Guerra Mundial tras la rendición de Japón. Miles de personas inundan las calles del centro de Nueva York para celebrar la victoria de Estados Unidos y, sobre todo, el fin de la guerra. Allí, entre la muchedumbre de Times Square, un joven marinero, emocionado por la situación, agarró el brazo de una bella enfermera, que cerró los ojos y se dejó llevar. Él plantó decidido sus labios sobre los de ella entre la muchedumbre.
Alfred Eisenstaedt, un fotógrafo germano-americano que trabajaba para la revista Life, también estaba allí. Eisenstaedt desenfundó su Leica y logró que ese instante, apenas unos segundos, quedara inmortalizado en blanco y negro para la historia, y que ese beso fuera, posteriormente, conocido como El beso.
Dos personas anónimas que no se conocían, unidas por la experiencia de una cruenta guerra y la alegría de que todo había acabado. No intercambiaron ni una sola palabra. El fotógrafo Victor Jorgensen también se encontraba en el momento y en el lugar, y no dudó en inmortalizar la estampa del marinero y la enfermera. Su foto, menos conocida, fue sacada desde un ángulo distinto y se publicó en The New York Times.
Nadie tomó nota de sus nombres. Las identidades desconocidas de aquel marinero y aquella enfermera, que se besaron en la intersección de la Séptima Avenida con Brodway, mantuvieron al mundo entero intrigado durante décadas. Todavía hoy no existe unanimidad sobre la historia del misterioso beso. La instantánea se convirtió en el símbolo del fin de la larga guerra, la pose, mundialmente imitada, fue reconstruida en 2005 en el mismo sitio con una gran estatua titulada Rendición incondicional. También el cine, el teatro, conciertos... e incluso un capítulo de Los Simpsons, nos han hecho rememorar la escena en numerosas ocasiones.
El contraste de sus ropas, él vestido de oscuro y ella de blanco, llena todavía más de significado la instantánea. Pero a este beso de película no tardaron en lloverle las críticas. Los más escépticos hablan de un montaje del fotógrafo, que habría preparado la escena para conseguir la instantánea perfecta; pero Eisenstaedt siempre negó estas acusaciones explicando que había seguido a un marinero, por el centro de la ciudad neoyorkina, que celebraba el rendimiento japonés besando a todas las mujeres que podía.
Quizás el instante no fue tan mágico como parece. Algunos defensores de los derechos de las mujeres que también opinaron sobre la imagen la consideran una «violación contra el género femenino» sosteniendo que la mujer fue sometida de forma violenta contra su voluntad. Además, la postura de la joven da sensación de tensión, se agarra la falda y mantiene el puño cerrado. De todas formas, es bien sabido que, ese día, el famoso beso no fue el único en la celebración, el reportaje que publicó Life al día siguiente muestra varias imágenes parecidas de otras parejas, quién sabe si desconocidas o no.
La única manera de descubrir la verdad sobre el beso más famoso del mundo era encontrar a sus protagonistas, para ello la resvista Life publicó un comunicado. Con lo que no contaban era con que varios marines y enfermeras retirados afirmaran ser la pareja del beso
Dos fueron los veteranos de guerra seleccionados como posibles protagonistas de la imagen por su parecido y su historia, George Mendonsa y Glenn McDuffie. Mendonsa fue reconocido como «el besador» por un grupo de voluntarios del Colegio Naval de Guerra, además según su versión estaba acompañado de su novia, y posteriormente esposa, Rita Petry, que sale a la izquierda de la fotografía original. Reconoció que había bebido un poco, y besó a la enfermera porque había visto la labor de las enfermeras en el Pacífico.
Más simple fue la explicación de McDuffie, que declaró que acababa de saber que la guerra había terminado y agarró a la primera chica que vió. Fue identificado como el marinero de la foto por el artista forense del Departamento de Policía de Houston, Lois Gibson, por su parecido físico y la coincidencia de sus cicatrices. McDuffie también tenía novia.
En cuanto a la identidad de ella, tres fueron las mujeres que aseguraron verse reflejadas en la fotografía de Eisenstaedt, Edith Shain, Greta Friedman y Barbara Sokol, cada una con su propia versión de los sucedido. Shain explicó que el marinero la sorprendió y ella se dejó besar «porque había estado en la guerra luchando por nuestro país». Sokol, por su parte, habló del momento como «experiencia desagradable», ya que aseguró que el marinero la había forzado. Friedman contó una versión muy similar a las anteriores, explicando que el beso no había sido su elección ni tampoco «nada apasionado ni romántico».
Se han cumplido setenta años y el beso más famoso de la historia continúa siendo todo un misterio. Los que lo vivieron, el fotógrafo, el marinero y la enfermera se llevaron con ellos el secreto a la tumba.