«Mi gran Noche» no deja de ser el cóctel histérico marca de la casa, pero esta vez el «totum revolutum» de gags malotes produce una efervescencia cuando menos curiosa
21 sep 2015 . Actualizado a las 10:51 h.No siento la menor simpatía por el cine reciente de Álex de la Iglesia. Encuentro en él efectismo vacuo, egomanía tontiloca, juego de mal trilero. Uno de mis mayores cabreos de los últimos años provocado tras una proyección lo sufrí en Donosti, con ese engendro intratable llamado Las brujas de Zugarramurgui. Veo Mi gran Noche temiéndome otro alud de mal gusto. No digo que no existan dosis de él también aquí. Pero este batiburrillo en torno al gran carnaval de la tele-basura me interesa bastante más de lo que esperaba. La película no deja de ser el cóctel histérico marca de la casa, pero esta vez el totum revolutum de gags malotes y momentos de cierta inspiración cómica zarzuelera produce una efervescencia cuando menos curiosa: la de esta hoguera de vanidades, de bisbales y figurantes, de chicas que se hacen lewinski y de fans asesinos. Y algún hilo de este caos no mal fogueado entronca con la mejor película de De la Iglesia, Muertos de risa; otro ajuste de cuentas con nuestro ibérico show-bizz.
Por encima de todo ello se eleva la sabia utilización que De la Iglesia hace de Raphael. Una dosificación que parece que va a eliminarlo en el minuto 20, como Hitchcock con Janet Leigh en Psicosis. El modo en que están desarrolladas las intervenciones de Raphael, a mitad de camino entre Deus ex machina y némesis de James Bond, hace que el pastiche crezca y se eleve a otra categoría, a algo impensado. El juego de nuestro inconsciente colectivo participa de esta entronización de Raphael como epicentro del circo de varias pistas, hasta que la única que nos importe sea la central. Y de ella emerja, como Carrie, el mito kitsch transformado en materia cinematográfica explosiva. La secuencia del cénit, con el intérprete de Escándalo empuñando una Magnum, es un momento extraordinario de surrealismo cross over. Por cierto, que el de Linares sostiene en petit comité que su inspiración para ese Maligno -con Carlos Areces como Mini Yo- no es su bellísima persona, sino ¡Camilo Sesto! Pero se nota que el veneno del cine le ha calado y ya se anuncia como aspirante a protagonizar una película de terror. Hay materia.
En el concurso, los hermanos Larrieu elevaron el tono con su enloquecida y mordaz 21 Nuits avec Pattie. Son los Larrieu dos francotiradores inclasificables. El filme parte de la desaparición misteriosa de un cadáver.