Concha de Oro por sorpresa para la película islandesa «Sparrows»

José Luis Losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

CULTURA

Ricardo Darín y Javier Cámara, mejores actores por la aplaudida «Truman»

27 sep 2015 . Actualizado a las 00:50 h.

Cuando menos te lo esperas, un conchazo. Tras el paréntesis virtuoso del pasado año con Magical Girl, el oro para la película islandesa Sparrows nos devuelve a la tradición de fatalismo que acompaña este festival con sus jurados, que parecen ponerse estupendos tras unos días en Donostia y optar por el premio más estrafalario. Sparrows, de Rúnar Rúnarsson -nominado al Óscar por un corto en el 2006-, comparte con tantas otras películas de esta edición el leit-motiv de una adolescencia turbulenta. Entre imponentes paisajes de fiordos, el protagonista tiene que aprender a convivir con su padre, alcohólico, malencarado y putero. Es obra irrelevante que quiere apuntar trascendencia espiritual pero solo convoca al innegociable sopor del cual no consiguió sacarme ni una sesión bárbara de sexo en grupo.

Si cada año, el jurado hace una de las suyas en San Sebastián, incluso cuando hay en él figuras eminentes, el grupo de bajo perfil de esta edición -presidido por la actriz lacrimógena del cine de Suzanne Bier, Paprika Steen- no quiso ser menos. El premio a la mejor dirección para Joachim Lafosse por Les Chevaliers Blancs es bien discutible. El tema -el rescate de niños en el Chad como Estado fallido- está abordado por Lafosse de modo inarmónico y no resiste comparación con las conducciones de Marc Recha, Federico Veiroj, Ben Wheatley o, incluso, un Terence Davies en horas bajas. La manera en que este festival maltrata a Davies comienza a virar hacia el sadismo.

Es un error de bulto otorgar el premio como mejores actores exaequo a Ricardo Darín y a Javier Cámara por Truman, el dramita de Cesc Gay que tanto ha gustado y que hará taquilla. Resulta del todo absurdo equiparar el trabajo de Darín -que hace de Darín, con su cáncer y su perro, todo fríamente calculado, pero eso ya es suficiente- con el balbuceo de Cámara, que es literalmente apisonado por el magnetismo a medio gas del argentino. Qué sobrevaloración la de este Cámara, que acabará por sentirse el De Niro ibérico. Particularmente, creo que la mejor interpretación vista aquí es la de Sergi López, gigante de Un dia perfecte per volar.

Una película tan demenciada como El rey de La Habana no merecería figurar en palmarés alguno. Pero a este jurado le pareció que el rol de jinetera histérica de Yordanka Ariosa era muy molón y le cayó el bingo de mejor actriz, relegando los precisos registros de Agyness Deyn en Sunset Song o los de Isabelle Carré y Karine Viard en 21 Nuits avec Pattie. A este filme francés de los hermanos Larrieu se le valoró su guion, inyectado de una entrópica y deliciosa locura. Es una buena manera de reconocer este amanece-que-no-es-poco made in Larrieu Brothers.

También creo estimable que se premie el ejercicio de riesgo de Lucile Hadzihalilovic en Evolution con dos premios, el del Jurado y el de la fotografía. Su película de isla de los niños perdidos sometidos a experimentos dignos del doctor Mengele hizo que buena parte de los colegas de la crítica española de diarios que me rodeaban abandonasen asqueados la sala antes de la media hora. Es obra extrema, de coraje algo extraviado, pero su inclusión es una de las esperanzas abiertas este año a vías de selección de cine menos acartonado.

El Jurado de la Crítica rescató del olvido la excelente El apóstata, del uruguayo Federico Veiroj, otro de los damnificados de un palmarés conchudo. Paulina, cinta del siempre sugestivo Santiago Mitre, recibe el espaldarazo del premio Horizontes Latinos. Y me entusiasma el premio Nuevos Realizadores a las infancias puñeteras e impagables del filme Le Nouveau.

De esta 63.ª edición debemos quedarnos, sobre todo, con una voluntad de apertura en su programación: la que señalan las películas de Hadzihalilovic, de Veiroj, de Marc Recha o incluso la adaptación salvaje de Ben Wheatley del relato de J.G. Ballard, todas ellas inmoladas en el palmarés por los hombres de Paprika. Que el equipo de este festival siga indagando en esa estimulante apuesta por el cine valeroso, impredecible... Y el próximo año que el jurado lo presida Raphael.