
El cineasta recrea en «El desafío» la proeza de Philippe Petit, que caminó por un cable entre los rascacielos
27 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando cumple su quinta década como director Robert Zemeckis hace el más difícil todavía con El desafío. La película, basada en la historia real de Philippe Petit, cuenta cómo el acróbata francés se atrevió a colgar su cable de acero entre las Torres Gemelas.
-¿Qué fue lo que le atrajo de este proyecto?
-Llevo diez años intentando realizar esta película, pero por una razón u otra no había conseguido la financiación. Soy de los que opinan, como dijo François Truffaut, que una cinta artísticamente exitosa es aquella que combina realidad y espectáculo. Esa es la verdad del cine. Siempre pensé que esta historia sería sensacional para verla en la gran pantalla. Me encantó descubrir la pasión que tenía Philippe, su poder de decisión le hacia convertir sus deseos en realidades. Nada le iba a impedir colgarse de las Torres Gemelas.
-¿Por qué cuenta la historia con un narrador?
-Me interesaba representar las emociones de Philippe sobre el cable. ¿Qué sentía al estar allí arriba? Por ese motivo decidí que el protagonista narrase la película. Me cautivó el espíritu del protagonista y he intentado que el espectador recibiera la información igual que yo. Consideré importante dotar a la película de un elemento narrativo para que el público pudiera escuchar al protagonista cuando dijera lo que sentía al estar allí arriba.
-Ha dicho que ha tardado diez años en producir este filme, pero muchas de las imágenes que aparecen hubieran sido imposibles de realizar hace una década.
-Por eso creo que ha sido bueno esperar. En estos diez años la tecnología digital ha avanzado lo suficiente como para poder recrear la historia de Petit con una enorme precisión, especialmente en 3D. El público se siente literalmente sobre el cable, suspendidos a cientos de metros en el aire, donde realmente camina Joseph Gordon-Levitt.
-¿Por qué lo eligió para el papel protagonista?
-Es un actor fantástico. Le encanta todo lo francés y habla francés perfectamente. También es muy atlético y acrobático y le encantan las artes representativas, los malabarismos, el circo. Encajaba perfectamente en el papel.
-Las Torres Gemelas se convierten en un personaje más.
-Sí. Recuerdo que durante mis conversaciones con Petit solía llamarlas sus cómplices, y eso me gustó. Decía que eran entidades vivas. Tenía una responsabilidad hacia ellas, por un lado por los terribles acontecimientos del 11 de septiembre, y segundo por representar lo que significaban para el protagonista. Aunque jamás olvidemos lo que sucedió con la desaparición de las torres, antes de eso hubo momentos hermosos. La caminata de Philippe se convirtió en una proeza artística, dio humanidad a esos monolitos de acero.
-¿Mereció la pena esperar diez años?
-Hay que luchar por conseguir los sueños. No importa lo cueste o el tiempo que se invierta en ellos. El camino es tan importante como la meta, aunque es cierto que a veces quieres tirar la toalla porque cada año es más difícil.