Sigue aflorando felizmente la obra del escritor estadounidense [genio discreto] John Williams (Clarksville, Texas, 1922-Fayetteville, Arkansas, 1994). Tras la aparición de las ya imprescindibles Stoner (data de 1965 y narra la íntima y dura historia, con carga autobiográfica, de un profesor universitario) y Butcher?s Crossing (1960, una epopeya de pioneros norteamericanos), el sello Pàmies rescata El hijo de César (1972), que obtuvo el National Book Award y ya había editado en el 2008. La etiqueta de novela histórica no debería enturbiar en un juicio rápido la apreciación de este relato sobre Octavio Augusto, sobrino de Julio César y emperador romano, que alcanza cotas de auténtica excelencia en una prospección que va más allá del interés puramente notarial para indagar las profundidades del alma humana. La pericia narrativa de Williams queda confirmada cuando el lector asume sin parpadear la complejidad de la estructura diseñada por el escritor, que sale indemne de los notables riesgos encarados: hace que lo difícil parezca sumamente sencillo. Williams no rehúye los sacrificios, amenazas y miserias que conlleva el poder, como tampoco esquiva las interioridades del hombre tras el personaje. Salvo la ficción epistolar [y quizá inspiración] Los idus de marzo (publicada por Thornton Wilder en 1948), no ha habido en EE.UU. un prodigio tal en la novela histórica sobre Roma.