«Botas de lluvia suecas»

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

26 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Última entrega de Henning Mankell (Estocolmo, 1948-2015), que dejó lista poco antes de morir. Parecía un autor de producción inagotable, hasta resultaba fatigoso seguirla. Pero ahora solo queda echar mano de la relectura. Y no es esa la razón por la que la novela deja un regusto testamentario. Sabedor de la inminencia de su final por la voracidad del cáncer, el escritor habla de la vejez y celebra las ganas, la voluntad e incluso la alegría de vivir. Él era hombre comprometido con la vida, con los demás, con los desfavorecidos. Siempre hallaba una sonrisa como respuesta, siempre encontraba motivaciones para creer. En lo que él calificó de «continuación abierta», Botas de lluvia suecas retoma al médico Fredrik Welin, protagonista de Zapatos italianos. Con 69 años, ya retirado, lo coloca ante una situación dramática que lo obliga a volver a empezar: un incendio destruye su casa una noche de otoño. Aparentemente, en su soledad, el jubilado podría encontrar cómodas disculpas para rendirse, tirar la toalla, pero las circunstancias y los días reparten la baraja y a Welin -que encarna un papel que bien podría ser el del narrador- le parece que aún puede jugar unas bazas. Vivir. Seguir viviendo. El pasado también ayudará.