El poeta Vicente Luis Mora gana el Torrente Ballester con «Cabeza de Vaca»
CULTURA

Con una irónica crítica a las imposturas en el mundo del arte, el escritor cordobés se impuso por mayoría a la novela del alavés Pablo Domaica «El ojo mesopotámico»
21 dic 2016 . Actualizado a las 07:52 h.La improbable e irónica biografía del artista de éxito Cabeza de Vaca, que triunfó en la segunda década del sigo XXI, le dio el premio Torrente Ballester al poeta y crítico literario Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970), que obtiene así como recompensa 25.000 euros y el compromiso de publicación de la obra. De entre 512 narraciones concurrentes llegadas de 24 países, el jurado del certamen, convocado por la Deputación da Coruña, designó como finalista en el apartado de lengua castellana El ojo mesopotámico, del alavés Pablo Domaica Goñi, y recomendó su publicación. Con ello se da por concluida la 28.ª edición del galardón, que por vez primera convocó dos modalidades: una para obras escritas en gallego y otra, en español. Hasta el momento concursaban de forma no diferenciada y ello dio como resultado que solo en siete de las 27 ocasiones ganaran obras en el idioma de Rosalía. El pasado martes 13 se declaró ganadora de la primera edición del Torrente Ballester solo en gallego la novela Luns, de Eli Ríos.
Esta edición también supuso la composición de un nuevo jurado -lo que supuso la salida de la crítica literaria barcelonesa Mercedes Monmany del puesto de comisaria que desempeñó en los últimos años-. Únicamente permanece José Antonio Ponte Far, quien había sido nombrado por el propio Gonzalo Torrente Ballester como su representante. Luisa Castro, Remedios Zafra, Marcelo Luján y (como última vencedora) Blanca Riestra acompañaron al profesor en la ardua tarea de selección.
Pues bien, reunidos ayer con la responsable del área de cultura provincial, Goretti Sanmartín, como presidenta, y no sin debate, señalaron a Vicente Luis Mora como ganador. Los laureles estuvieron muy disputados y hasta dos o tres más de los títulos presentados al certamen «son dignos de publicación», según fuentes cercanas a la deliberación.
Mora y su argumento distópico se impusieron. «A novela narra a vida dun artista que se constrúe sobre as distintas versións que sobre el van achegando as xentes que o trataron. Integra personaxes reais e imaxinarios. É unha obra cunha gran carga teórica, caracterizada pola fragmentación e a combinación de estilos, na que mesturan voces literarias e ensaísticas», elogia el jurado. La crónica de la vida de Cabeza de Vaca, personaje ambiguo donde los haya, se construye de la mano de una mujer que le dedicó su tesis doctoral. La exposición -elaborada alrededor de la propia investigación académica, fragmentos de unas memorias inconclusas y poco rigurosas, entrevistas...- se mueve entre dos polos opuestos: entre quienes lo consideran un genio y aquellos que denuncian su vacuidad. Finalmente, no quedará claro si Cabeza de Vaca era un gran artista o un impostor. Dependerá si quien evalúa su figura es una examante o el presidente del Gobierno, que acude a su entierro y dice de él que es el creador más universal desde Picasso.
La novela, anota el fallo, «cuestiona o sistema artístico cunha visión irónica e crítica». Entre sus valores literarios, destaca, «a utilización de distintos rexistros lingüísticos e a variedade de estilos e perspectivas, que van perfilando un debuxo dunha personaxe polémica, turbia e manipuladora». Un hombre que se movió muy bien en los ambientes políticos y que tenía un gran talento mediático, pero ¿era o no Cabeza de Vaca un artista? Mora parece apuntar en su relato la hipótesis de que uno llega solo hasta donde te sitúan los medios.
No puede evitarse evocar aquella jugada maestra del escritor británico William Boyd, que -con la ayuda de Bowie- inventó la vida del artista expresionista olvidado Nat Tate y engañó a lo más florido del mundo del arte neoyorquino.
El poeta Vicente Luis Mora colabora en revistas y suplementos culturales como Ínsula, Animal sospechoso, Clarín, Mercurio o Quimera. Dirigió los instituto Cervantes de Albuquerque y Marrakech. Publicó los poemarios Nova, Construcción o Tiempo; la novela Alba Cromm; y los ensayos Pasadizos o El lectoespectador.