
Triunfo de todos, Mosquera, Nielsen y Trigueros, en el duodécimo concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Galicia
13 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Duodécimo concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Galicia y más novedades en forma de estreno y «primera vez». Dos componentes de la formación tuvieron su oportunidad en el 25 aniversario: el timbalero José Trigueros en su faceta de director emergente y el principal de tuba Jesper Boile Nielsen asumiendo un estreno.
En el «primera vez por la OSG» teníamos obra breve del húngaro Leo Weiner (1885-1960), El príncipe Csongor y los duendes: introducción y scherzo, cuento de hadas. Se escucha con agrado y visualiza futuros dibujos animados. Correcta versión.
Luego, segunda parte, la Sinfonía n.º 2 Le Double, del francés Henri Dutilleux (1916-2013). Tenía 40 años cuando la Fundación Koussevitzki le encargó una sinfonía para el 75 aniversario de la Sinfónica de Chicago. El apelativo de La Doble viene dado por la distribución de la orquesta. No es un «antifonario» que divida al colectiva en dos partes iguales, sino división asimétrica a modo de concerto grosso, dando relieve a oboe, clarinete, fagot, trompeta y trombón solistas y timbales, situados a la derecha del podio frente al ripieno. Influido por Debussy y Ravel, Dutilleux es creador de acendrada composición. Dirigirla es tarea asimismo acendrada, en la que Trigueros mostró grandes condiciones para la dirección. Hill, Ferrer, Harryswangler, Aigi, Büshnell y Belmonte fueron solistas idóneos, muy aplaudidos.
Dejo para el final el estreno absoluto del coruñés Federico Mosquera (1986), que, en complicidad con el solista, creó un infrecuente Concierto para tuba y orquesta. Instrumento basal armónica y rítmicamente hablando, tiene su corazoncito melódico, que hay que descubrir. Y a ello se puso Mosquera, buscando las posibilidades de agilidad, cantabilidad y belleza de sonido. Divide el concierto en tres movimientos.
Los dos extremos, Alla Marcia y Presto, ponen a prueba al instrumento y su tañedor; el segundo, inesperada Marcha fúnebre, sirvió para la serena elegía y el intranquilo lamento. Hay que citar ya a Nielsen, que dio relieve a la obra con hermosos sonidos redondos y aterciopelados. Como hizo en la requerida propina, un divertimento basado en Té para dos, del danés Erik Moseholm. Triunfo de todos: Mosquera, Nielsen y Trigueros.