El realizador madrileño ha sorprendido con «Selfie», una comedia que califica de berlanguiana
24 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El retrato de un pijo resultó ser una radiografía de España. Y así es como afirma que la ve Víctor García León (Madrid, 1976), que, con Selfie, una comedia de bajo presupuesto, asegura que exagera lo justo. Como también, dice, lo hacía Luis García Berlanga, aunque para la historia haya quedado lo de berlanguiano para definir situaciones excesivas. Él cree en esa España deforme en la que con soltar un pijo por Lavapiés, todos, desde él, llamado Bosco, hasta los más que identificables podemitas, harán que su gilipollez (como palabra casi troncal y necesaria) campe a sus anchas. El autor de Vete de mí, en aquella ocasión con Juan Diego y Juan Diego Botto, recurre esta vez a intérpretes desconocidos y podría decirse que a un flequillo como bandera del filme... el del actor ovetense Santiago Alverú. En su beneficio hay que decir que García León elogia su trabajo. Aunque también se sabe que Alverú tiende a pijo de maravilla. Selfie es un retrato de una España deforme que aspira a ganar con el tiempo.
-Selfie está siendo como lluvia fina. Va calando entre esos otros monstruos de superproducciones con los que hay que compartir cartelera. ¿Se siente feliz de la acogida de la película?
-Sí. Porque está gustando y no va mal de recaudación. Aunque, tanto una cosa como la otra puedan ser injustas porque a veces se trata de caer de pie o no caer de pie.
-Si le digo que a mí me gustó, ¿me puede explicar por qué?
-Pues ya solo por el mero hecho de ir, me parece un acto de generosidad tal que merece que haya sido así. Tal vez le gustó porque es una foto del momento. Yo creo que, salvando las distancias, claro, Selfie se mueve en las bases de lo berlanguiano. Algo que para mí no es nada exagerado porque es el que mejor nos ha retratado. Yo hasta diría que es naturalista y nada descabellado. Luego resulta que Selfie pienso que es una película divertida que parte de una tontería tal como es la de poner a un pijo en Lavapiés, a ver qué le pasa.
-El crítico Carlos Boyero ha hablado bien de la película... ¿Cómo se le quedó el cuerpo?
-Cuando me dijeron que él había escrito sobre Selfie, lo primero que hice fue quedarme pálido. Luego me dijeron que bien y es algo que disfrutas. Me encanta sentirme un director sobrevalorado.
-Si esto sirve para promocionar la película...
-Claro. Puede que en España no haya tantas películas intermedias. O superproducciones con Antena 3 y Telecinco detrás, o cosas como de autor. O cine muy independiente o totalmente mainstream. Esto yo creo que no está bien... y no es hablar mal del cine sino del mercado.
-¿Cómo encuentra uno un pijo tan pijo para hacer de pijo?
-Los productores asturianos me encontraron a Alverú, que aunque conoce el mundo pijo hizo un trabajo actoral buenísimo. Tenía miedo al cliché de pijo de flequillo y a Tamara Falcó. Pero Alverú lo clavó. Conoce lo pijo y tiene lo suyo. Y cuando vi su flequillo imposible... ya no dudé.
-Pero, ¿usted tiene amigos tan pijos como Bosco/Alverú?
-Sí. Y lo mejor de todo es que les da igual lo que piense de ellos. Te pasas la vida en si has leído tal libro o si has escuchado tal disco, en meter tripa para parecer más delgado o intentar ser menos feo... Y a ellos los pijos les da igual todo. Esa seguridad en sí mismos me fascina.
-Tienen escenas en mítines de partidos y Bosco hasta saluda a Esperanza Aguirre...
-Sí. A Esperanza Aguirre la saludó él por su cuenta. Porque en esas escenas le dejábamos improvisar. Y tanto PP como Podemos fueron muy amables dejándonos rodar en sus mítines. Yo creo que no se leyeron ni el guion.
-O sea, que había guion...
-Claro. Salvo esos detalles concretos. He oído por ahí como Selfie que está rodado en plan falso documental. Pero yo creo que no. Selfie sería un buen reality ficción. Porque hay una historia que es la que se quiere contar. Pero en ese plan de los realities, que los estás viendo, con ese exhibicionismo tan impúdico, y dices: pero que yo no quiero saber esto. Y sin embargo de alguna manera te van haciendo cómplice. En Selfie hay algo de eso. Te ríes de lo que le pasa a Bosco y al resto. Y de repente, en algún momento, sin dramatizar, te reconoces...