Con Matt Damon y Julianne Moore, subvierte las tramas de la serie negra clásica
03 sep 2017 . Actualizado a las 09:07 h.La Mostra mima más que nadie a sus golden boys. La del sábado era la «jornada Clooney» y cualquier otra cosa estaba supeditada a su desembarco con Suburbicon, comedia negrísima con la que Clooney viene a rehabilitarse después de aquella inmensa bobería llamada Monuments Men, con la cual se estrelló con todo el equipo en la Berlinale del 2014. Su sexta película como director -su carrera tras la cámara es desigual pero incluye cine político del interés de Los idus de marzo o Buenas noches y buena suerte- maneja también un elemento ideológico en sus entrañas: el escenario de la trama es una ciudad ideal en la Norteamérica de los plúmbeos años 50; esto es, un experimento de hábitat libre de negros, solo para raza caucásica. Y una turba rodea a la única familia afroamericana que ha desafiado ese apartheid y se ha instalado en la ciudad blanca. Y mientras la humana jauría supremacista ruge para mantener impoluto su territorio, Clooney y los Coen despliegan una trama negrísima, macabra, un pudridero de asesinatos en familia que siembra de estiércol moral ese oasis puritano.
Es obvio que Suburbicon hay que leerla como obra de autoría compartida porque tanto -o seguramente más- del buen hacer de Clooney hay aquí universo Coen del más reconocible: el de una relectura de la serie negra tradicional, el de una sangre fácil que brota para enfangar los cimientos morales de una Norteamérica colorinche y de cartón piedra. En un relato que es como James M. Cain revertido en cartoon asesino, Suburbicon arranca con un supuesto secuestro en su residencia de una familia -ecos de A sangre fría- que es rápidamente utilizado para un agitador punto de fuga, naturaleza viva del cine negro más clásico y sórdido. El de las dobles indemnizaciones y los cadáveres en el armario en el maletero. Matt Damon y Julianne Moore han tenido un plan para el crimen perfecto. No cuentan con que los Coen son especialistas en convertir este tipo de estrategias con botín en un viaje por montañas rusas fastuosas: lo que hacen en Suburbicon es subvertir el género y agitarlo hasta que deviene grandguiñol en el cual no un detective ni una mujer fatal sino un crío es el héroe sin pistola que desarma el entramado en medio de un mar de hemoglobina que ni lo salpica. Y se celebra este filme como gran cine cáustico, sosa corrosiva de la buena sociedad, tobogán noir donde los Coen y Clooney, en colegueo fecundo, te suben y bajan a su genial antojo a golpe de martillazo y saciada sed de mal.