James Rhodes: «Si Chopin viese un concierto hoy se quedaría aterrorizado»
CULTURA
Sin chaqué y abierto al público, reivindica una música clásica «para todos» en su regreso a Galicia
22 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«Estoy feliz en Madrid, no me preocupo por el brexit, ni por el tiempo de Inglaterra». James Rhodes empieza a hablar de inmediato, no espera a que su interlocutora se pase al inglés. Está aprendiendo español desde que ha decidido vivir parte del año en Madrid. «Voy despacito». Lo dice sonriente en una entrevista a través de Skype que se emitió este jueves en el Facebook Live de La Voz. Se está peinando, o más bien despeinando, con ese gesto tan suyo, que le convierte en un extraño hombre sentado al piano.
Rhodes vuelve a Galicia. En Santiago arrasaba en marzo. El 14 de octubre prácticamente estrenará la reforma del Palacio de la Ópera de A Coruña. «En Santiago tuve tiempo de explorar. Es un lugar que transmite paz». Se quedó prendado del espectacular órgano de la catedral. No puede evitar fijarse en todo lo musical. La música «es su motor». Y no es para menos. Fue su salvación. «Es lo más maravilloso del mundo. Nadie puede vivir sin ella». Cuando James era solo un niño, el piano fue su refugio. El refugio para una mente que no entendía los abusos sexuales -«violaciones, me gusta decir»- que sufría por parte de un profesor. Lo contó en Instrumental en el 2015. Un libro que le hizo pasar «el peor momento de su vida». No por rememorar su terror, sino por haber empezado una batalla legal con su exmujer. «¿Pretendemos vetar libros? Estamos locos». Él buscaba contarle a su hijo lo que le había sucedido. Ella contrató a un batallón de abogados para «evitarle» un trauma.
«No creas que Instrumental es una historia triste. Es un libro sobre música, también sobre la paternidad». Pues su amor hacia la música y la experiencia que le llevó a las drogas y al alcohol son los ingredientes de su puesta en escena. «Solo me importa el público y la música». Rhodes ha creado un producto diferente, no solo por la fama que le ha dado su libro. Él es un pianista sin chaqué. Habla con el público. «Pueden vestir como quieran, aplaudir cuando quieran e incluso beber si lo permiten». Y es que el británico no entiende los corsés de la música que toca. «¿Por qué le llaman clásica? Es una música más. La han secuestrado. Si Chopin viese un concierto hoy en día se quedaría aterrorizado».