«En realidad, nunca estuviste aquí» nos regala otra vigorosa interpretación de Joaquin Phoenix para las antologías
26 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Con la presente película se ha llevado el premio de interpretación en la última edición de Cannes. Joaquin Phoenix es de los mejores actores de su generación, valiente, imprevisible, loco, exultante, tierno, poderoso. Gracias a él, maravillosas películas como Irrational man, Puro vicio, Her o The Master son lo que son, de lo poco que siempre recordaremos del cine americano actual. Ahora, con En realidad, nunca estuviste aquí nos regala otra vigorosa interpretación para las antologías, la de una especie de detective privado que se dedica a rescatar chicas víctimas del tráfico sexual, que los amantes de las etiquetas se han apresurado a calificar como un Taxi driver del siglo XXI. Nada tienen que ver ni el personaje ni la interpretación, ni la dirección ni la historia. Esta película es más cruel, dura, confusa, dubitativa y errática que la de Scorsese. Quizá no tan buena, pero seguramente más insana y desabrida.
El torturado y barbado exmarine de Phoenix es un antihéroe que vive con su madre -una esquelética y excepcional Judith Roberts, especializada en damas terroríficas- en un hogar fantasmal que encierra infancia traumatizada. Hay flashbacks donde Kate Easton interpreta a la madre aún joven, piedra angular del dolor. Todo lo que les rodea es como una alucinación, nocturna, ominosa, húmeda, fría, neblinosa. Un día el protagonista recibe el encargo de rescatar a la hija de un senador interpretado por Alex Manette. ¡Con las cloacas de la política y el poder hemos topado!
Ekaterina Samsonov -especie de Marisol retorcida- es la joven ninfa (casi adolescente) robada. Su rostro es un enigma inquietante. El abismo la rodea. Gestos, miradas, líneas inmateriales cruzadas en el aire, nunca sabremos de verdad qué lazos unen los cabos sueltos de la peripecia. Hay que aventurarse a suponer muchas cosas que quedan en off. Todo tiene un doble sentido en el mundo y la atmósfera creados por la interesante directora escocesa Lynne Ramsay, especializada en infancias truncadas o difíciles: Tenemos que hablar de Kevin, Ratcatcher, Morvern Callar. Son filmes que parecen decir: está ahí, pero nadie mira. «Cierra los ojos», escuchamos.