Jia Zhang Ke lleva al festival de Cannes la China devastada por la corrupción

José Luis Losa CANNES

CULTURA

efe

Jia Zhang Ke es uno de esos autores mayúsculos cuyo cine descoloca en la medida en que se atreve a desafiar las leyes de la libertar coartada

13 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Jia Zhang Ke es uno de esos autores mayúsculos cuyo cine descoloca en la medida en que se atreve a desafiar las leyes de la libertar coartada. Lo hace cada vez que golpea con uno de sus perfiles de China como un escenario devastado por la corrupción, la violencia rampante, la mafia instalada en el poder o en sus aledaños. De esta cuña, de la que recuerdo particulamente la demoledora A Touch of Sin nace el filme presentado en Cannes ayer, Ash is Purest White, obra de coraje y de inmensa profundidad de campo ideológico y artístico que disfrutamos como película que rezuma verdad y lucidez.

Su protagonista es una mujer, compañera de un gánster del business semioficial, un hombre de la situación. El tránsito de este personaje femenino, de la opulencia a la travesía del desierto, de la cárcel y de su ostracismo social hacia el autodescubrimiento y la emancipación, es una poderosa condensación de lo que debe de ser la pirámide de poder y sus crueldades explícitas o solo esbozadas sutilmente de la China del nuevo Gran Timonel. Y su ruta de expiación emociona porque desmocha y muestra que existen vías para la depuración personal incluso en los sistemas y las sociedades más irrespirables. Por lo visto hasta ahora, el jurado presidido por Cate Blanchett, con Kristen Stewart y Lea Seydoux como escoltas, debería hacer espacio en los premios principales para esta nueva pieza de resistencia de Jia Zhang Ke.