En su rescate de la escritora olvidada, el sello asturiano Hoja de Lata ha hecho aflorar la biografía de la autora de «Follas Novas» que la madrileña escribió en el exilio mexicano
14 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.No es la Rosalía que se conoce hoy, que ha sido ampliamente estudiada y que se ha revelado mucho más rica y compleja de lo que muchos querían hacer creer. La mujer independiente, luchadora, indignada, valiente, libre e incluso festiva e inclinada a la chanza, esa mujer no se vislumbraba entonces. «¡Diga que no era triste mi madre! Nada de eso. Muy alegre, siempre estaba de broma, y tenía verdadero ingenio para decir ocurrencias. No, no era triste. ¿Qué le diré yo cómo era? Planchaba, cosía, atendía la cocina... Destruya usted ese tópico de la tristeza, nacido al leer algunas composiciones patéticas de mi madre», reclamaba ya en 1959 Alejandra Murguía Castro al periodista coruñés Victoriano Fernández Asís durante una entrevista. No, esa Rosalía no es la de Luisa Genoveva Carnés Caballero (Madrid, 1905-México D.F., 1964).
En 1945, catorce años antes de esa entrevista, publicaba la escritora y periodista madrileña, ya en el exilio mexicano, Rosalía de Castro. Raíz apasionada de Galicia, su biografía sobre la autora de Follas novas, un encargo realizado por Domingo Rex para incorporar al catálogo de su editorial en la colección Vidas españolas e hispanoamericanas, en su número 14. Lo recuerda -en un breve prólogo que acompaña la edición con que el sello asturiano Hoja de Lata rescata la obra- María Xesús Lama, precisamente inmersa ahora en la publicación del monumental proyecto biográfico en que trabaja para Galaxia, y del que en el 2017 salió a la luz el primer tomo. Pero no por eso Lama desdeña el texto de Carnés -figura olvidada de la generación del 27 y ahora rehabilitada-, ya que entiende que atesora otros valores dignos de tener en cuenta: «Hace maravillas con los escasos datos de que dispone en el momento de la redacción». La propia Carnés es consciente de las limitaciones de su labor y de ello deja constancia manuscrita en un ejemplar que dedicó a sus padres y en el que les hace saber que el libro es «un sencillo retrato literario de una española que, sin salir de España, supo contar y llorar el dolor de los desterrados».
Domingo Rex buscaba con esta colección exaltar la imagen de España en México. La idea había surgido del éxito cosechado por una emisión radiofónica en la que se ofrecían semblanzas biográficas de figuras históricas. Y de ahí decidió llevarlas al papel. Su intención, anota Lamas, era construir una versión crítica del relato oficial del régimen franquista y sin olvidar la contribución de algunos personajes hispanoamericanos. En la raíz del proyecto estaba la convivencia de los exiliados republicanos con los nacionalistas de Galicia, Cataluña y Euskadi, por lo que la elección de Rosalía para uno de los volúmenes estaría justificada no solo por sus grandes «excelencia creativa» y «sensibilidad poética» sino también por una representación amplia, subraya Lama, de la realidad plurinacional, del «crisol identitario español, concebido como riqueza desde el amor al pueblo».
La versión de Murguía
Las fuentes de las que bebió Carnés (escritora autodidacta, hija de barbero y sastra) para abordar a Rosalía manaban de la pluma de Murguía, esposo de la autora de Cantares gallegos. La lectura del libro Los precursores (1885) y de otros escritos como el prólogo que Murguía redactó para la edición de 1909 de las Obras completas de Rosalía. Esa imagen que el marido, subraya Lama, construye para «una sociedad extremadamente conservadora que la había silenciado por rebelde» está en la base de la recreación elaborada por la periodista exiliada en México. Poca más información extrae del exilio gallego en México y su círculo, que probablemente le facilitaron la bibliografía.
No poco aprecio público en esta colectividad debió lograr la biografía de Carnés porque el inventor del futbolín, el gallego Alejandro Finisterre, la reeditó en 1964 en su colección Ecuador 0°, 0’, 0’’ -donde podían hallarse también tres obras teatrales de Carnés- y de nuevo tres años después la incluyó como separata en Compostela. Revista de Galicia.
La biógrafa desconocía las expresiones más feministas de Rosalía (descubiertas después en Lieders y Las literatas), su vinculaciones filosóficas krausistas o su devoción por Lermontov -ahora desveladas-, pero la sensibilidad y la intuición de Carnés identificaron su postergación en un mundo de hombres, su preocupación por la situación de las mujeres y del pueblo, en general, y su idea de justicia social, y eso se percibe en la mirada empática y certera con que profundiza en su figura, con que evoca a la poeta.
La atmósfera, en esencia, corrobora Lama, sumerge al lector en el mundo de Rosalía, «haciéndonos sentir el vuelo del aire que exhalan en suspiros mientras escribe».
La gran narradora del 27
La aparición de Tea Rooms relanzaba el rescate de Carnés iniciado en los últimos años por la editorial Renacimiento, que tanto cuida el legado del exilio republicano. Unos meses después de la publicación de la novela, Hoja de Lata insistía con Trece cuentos, tomo que recoge parte de su obra breve, a la que la autora tenía en mucha estima, tanta que cuando en 1939 cruzó la frontera francesa por La Junquera en su marcha hacia el exilio un hatillo de relatos fue de lo poco que se llevó en una cartera de mano. Ese tesoro sirve para que hoy muchos la consideren la gran narradora de la generación del 27.
Empleada en un salón de té
Es una novela, es un reportaje, es una narración de carácter autobiográfico... Luisa Carnés trabajó -entre otros muchos empleos, como aquel inicial en un taller de sombrerería- en un salón de té en Madrid e incorporó esa experiencia en su excelente novela social Tea Rooms. Mujeres obreras, en la que relata las vicisitudes de una trabajadora en un mundo de hombres que la ningunea. Como Rosalía, Carnés enarbola en su pluma el compromiso con la sociedad, con los desfavorecidos. El sello Hoja de Lata recuperó el libro en mayo del 2016 y desde entonces el fenómeno Carnés no ha parado de crecer.